Crónica Ligera
Necesitaremos mucho vino…
He tenido algunos días para pensar, me he tomado el tiempo de repasar desde uno de los estados que más valoro desde que crecí: la soledad, una compañera ideal para entender y para comprender nuestro entorno…
Necesitamos mucho vino si vamos repasar nuestro pasado. Quiénes fuimos, qué hicimos? No todos tenemos un pasado grato o simple para descifrar y quienes lo tenemos, nos falta valor para compartirlo. En el caso de nosotras, las mujeres, solemos guardar nuestra vida en una caja fuerte, nos prohibimos una vida plena y con ello, afectamos nuestra parte emocional, en la mayoría de los casos, no nos percatamos de la carga que nos echamos encima con esto.
No se borra…
Miro con dolor y pena, como algunas mujeres creemos que la sociedad tiene facultad para juzgarnos, encasillarnos o tacharnos, por lo que hayamos hecho o vivido. Pierden de vista que el pasado no determina nuestro presente, mucho menos nuestro futuro, aunque forme parte de lo que somos hoy en día, no nos define.
Sin embargo, decenas de personas viven bajo la sombra de su pasado y ahí no se vive, tampoco se borra. Aun así, nadie está obligado a vivir en una eterna culpa por lo que fue o no fue. El pasado se supera usándolo de trampolín para avanzar. Nunca lo podremos cambiar, pero sí ubicarlo en el lugar indicado en nuestra vida, para continuar nuestro camino.
¡Aceptarnos!
Las mujeres necesitamos más vino para mostrar sin miedo, sin ataduras y sin remordimiento nuestro verdadero yo. Tengo mala memoria, pero estoy preparada para enfrentar con o sin vino a quién sea capaz de evaluarme sólo por mis errores del pasado…
¡Nadie es perfecto! Y lo mejor que puede tener un ser humano es la capacidad de aceptarse tal cual es y amarse a sí misma por encima de lo que puedan decir los demás. “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. ¡Sanarnos es una prioridad para continuar de manera efectiva! Solo valorando nuestro pasado en su justa dimensión, podremos disfrutar nuestro presente y soñar con el futuro
Aprendizaje...
Mi pasado es un camino de aprendizaje que no me define, fue el trayecto donde me forjé y del que salí fortalecida, simplemente fue una plataforma que me sirvió para convertirme en la mujer que soy y que me ha creado conciencia y capacidad para seguir trabajando en lo que quiero ser. Hace mucho que dejé de sentenciarme, dejé de querer complacer a los demás, para encajar en un mundo que no es el mío. Me centro en mi verdadera versión de quien en realidad soy.
¡Con Dios!