De cerca
Madre e hija, un vínculo complejo y maravilloso
Hace algunos días, como parte del contenido especial por el Día de las Madres, para las páginas Sociales de Listín Diario entrevisté a la especialista inmobiliaria Marbel Lugo.
Una agradable conversación enfocada en su rol como madre de tres, en una sinergia como esposa, empresaria y mujer visionaria.
La entrevista corría el ritmo esperado hasta que llegó el momento de hablar sobre Miriam Reyes, su progenitora, también presente en la sala.
Entre Marbel y su madre existe una relación digna de ser resaltada en estas líneas. No fue necesario recibir mucha explicación. Mientras Marbel hablaba a su madre le brillaban los ojos. Su orgullo era evidente.
“Mamá fue siempre esa voz que me decía ¡tú puedes!, a ella le agradezco haber fomentado mi amor propio”, una frase que cité en la entrevista por todo el significado que envuelve.
La crianza
Sin duda, la relación entre madre e hija es un lazo que se nutre de la complicidad. Pocos vínculos pueden ser tan intensos y complejos a la vez.
La mujer que te da la vida, te educa y se convierte en tu refugio emocional, es también la responsable de generar un ambiente donde aprendas a amarte, a respetarte y a buscar tu propio camino. Eso hizo Miriam, y hoy disfruta ver la gran mujer en que se ha convertido su niña.
La maternidad positiva implica dar a los hijos la oportunidad de valerse por sí mismos sintiéndose capaces. Una madre comparte su experiencia, ofrece apoyo y afecto, pero, además, confianza para que cada hijo trille su propia ruta
Para siempre
Como hija, sé que cuando eres adolescente hay una época de conflicto y diferencias que toda joven suele experimentar con su madre. Cuando llega la madurez, y posiblemente ya eres madre también, entendemos mucho mejor a esa mujer de inagotable ternura y paciencia, que, desde sus propias limitaciones, conocimientos y experiencia, lo intenta todo para que tu crianza sea lo mejor posible.
En ese momento ese vínculo único adquiere una nueva y maravillosa trascendencia y se queda para siempre. Lo viví con mi madre, a quien amo, admiro y respeto cada día mucho más.
Sin diferencia
Soy madre de dos varones y estoy clara que en la maternidad no existe discriminación, ni estereotipos de género. Los niños y las niñas se aman por igual, tienen los mismos derechos y deben tener las mismas oportunidades.
Pero es cierto que la complicidad es más fácil de generar entre madre e hija porque existen más intereses en común.
Pero los hijos no son copia de su madre. Tienen sus propios gustos, que, en ocasiones, nada tienen en común con los de su madre a esa edad porque los tiempos son diferentes.
Los hijos no vienen a dar continuidad a un sueño que la madre no logró. Tampoco a llenar los vacíos de la niñez, ni a sanar heridas del pasado.
La maternidad es una aventura fascinante. Te muestra lo fuerte y valiente que puedes ser como mujer. Te comprometes a hacer lo posible para convertir ese bebé en una persona feliz, orientarla y acompañarla en cada decisión que tome.
Conocer a Marbel deja claro que esa promesa la ha cumplido Miriam. Mi reconocimiento para ella, y todas las madres que tienen claro cuál su papel en la vida de sus hijos.
¡Hasta el lunes!