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De Cerca

Vivir con intensidad ¿Te atreves a correr el riesgo?

Algunas personas llegan hasta tu vida para enseñarte grandes lecciones. No lo saben, no lo han planificado, pero el destino las coloca en el lugar exacto. En mi recorrido por este plano terrenal he tenido el privilegio de compartir con hermosos seres de luz, una de esas personas es Francis Marizán, una amiga del alma, quien ahora reposa en un lugar especial al lado del Padre, un espacio que ella se ganó en la tierra y que mientras lo hacía dejó una enseñanza: La importancia de vivir con intensidad.

Para ella este concepto significaba aprender, reír, disfrutar el momento presente porque cada día era un motivo para agradecer y celebrar. También implicaba llorar cuando era necesario y hasta preocuparse cuando hacía falta.

Elige bien

Las personas que te rodean influyen en las decisiones que tomamos. No se trata de dejarse influenciar, es que como seres sociables terminamos incluyendo en nuestro circulo intimo a personas con intereses y valores similares. Aquí la importancia de tener en tu lista a quienes te inspiren, y alejarte de quienes te destruyen emocionalmente.

Francis también elegía las situaciones que ameritaban su atención, nunca perdió tiempo en banalidades o consecuencias de acciones que no podía controlar. No buscaba la perfección ni le importaba cumplir con ningún estereotipo de belleza, vivía para ella.

Mentalidad de grandeza

Sus sueños eran grandes y trabajaba para lograrlos. A pesar de su enfermedad de cáncer nunca se quedó en una zona de confort. Hacia cada vez más cosas y se involucraba en más y más proyectos, y, como en piloto automático, no se dejaba vencer, intentaba una y mil veces lograr su meta. En ese camino inspiraba a otros, le brotaba la esperanza y la fe por los poros. Ella confiaba en su talento.

Hacer algo por alguien

Al verla ten involucrada en querer ayudar a otras personas, muchas veces me cuestionaba, ¿cuándo fue la última vez que hice algo para mejorar la vida de alguien? Francis salía de su casa, muchas veces adolorida por temas de su enfermedad y compartía su testimonio y talento como artista con otras mujeres de historias similares, de forma gratuita, con el objetivo de llevar consuelo y alegría a través del mensaje de Dios.

Desde lejos llegué aplaudir muchas veces su solidaridad y valentía. Sin proponérselo, ella me ensenó que lo que a unos les parece insignificante a otros le puede cambiar la vida. Admiraba como regalaba su sonrisa tras un gran esfuerzo, y estoy segura que su actitud y ese inmenso y solidario corazón era el secreto de su felicidad.

Ahora entiendo que vivir con intensidad en verdad también representa un gran riesgo: Tener una vida plena y feliz, aunque sea corta, porque el legado no tiene fin. Así, como la tuvo Francis Marizán.

¡Hasta el lunes!