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CRÓNICA LIGERA

¿Cuántos años tengo?

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

A veces soy una niña ingenua de cinco años, en otro momento me comporto como una adolescente de 15 o como una joven adulta de 20, hay días que tengo 30, según el papel que data de 1973 son 48, ocasionalmente me siento de 60 y muy extrañamente de 75…

La edad que tengo no debe ser un tema de conversación, no debe ser una limitante y no debería importarle a nadie. Sin embargo, en nuestra sociedad este tema, es una pregunta recurrente, sale sola en reuniones con amigos, allegados o familiares, la gente se centra en querer saber cuántos años tenemos, casi siempre por nuestra forma de ser o por el estilo de vida que llevamos.

¡Es una cifra!

La edad, es un número que biológicamente agregamos a nuestra vida cada año, depende de nosotros como lo vivimos, qué valor le agregamos a cada minuto, hora, días y meses… los años deben servirnos para acumular vivencias, para agradecer cada experiencia, disfrutar al máximo lo que esta nos brinda, sin embargo, creo que para muchas personas, la sensación del “paso de los años” lo presiona, lo estresa, es más, hay quienes lucen desencajados o perdidos, no aceptan su condición, ni la gozar, no viven en el tiempo real. Los años, no son más que una reflexión constante de lo que hemos construido, sembrado o destruido, de lo que dejamos a nuestro paso.

Dejemos de tachar

¡Fulano no crece! ¡Perencejo no avanza! ¡Sutanejo priva en joven! ¡Pero ella cree que está viva! Estas solo son algunas expresiones comunes que se usan para denigrar a tal o cual persona de acuerdo a su comportamiento. Es cierto, la edad puede pesar a medida que avanzan los años, no porque sean muchos, sino porque hay quienes no han sabido vivir…

Sin embargo, no creo que la edad me detenga, creo, al igual que todo el que pasa de cuarenta años que la edad es un número (Incluya aquí mi risa estruendosa) es un estado mental que todos usamos alegremente por conveniencia.

¡Realidad!

Es la sociedad quien tiende a glorificar la juventud y a menospreciar la vejez. A medida que pasan los años no tiene por qué disminuir la calidad de nuestra vida, todo lo contrario, si algo bueno nos trae el paso del tiempo es la experimentación que llega con los logros que trae la adultez. Lo ideal es aprovechar cada etapa de nuestra vida, cada época tiene sus encantos, poder vivirlo y tener la capacidad de adaptarnos es clave para el éxito a lo largo de nuestra existencia. Bienvenidos los años y lo que estos nos aportan, sin prejuicios...

¡Con Dios!

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