CRÓNICA LIGERA
Seguiré siendo buena, pero no tonta…
El mundo va tan rápido que apenas percibimos los hechos que nos marcan el alma. Siempre he sido muy “sweet”, aunque no lo parezca, lloro con películas e historias tiernas, y con algunas acciones de personas sensibles. Cuando otros conectan con mi esencia, con el verdadero ser que traje de fábrica, me conocen tal como soy. Y aunque he cambiado algunas formas, no me he perdido. Siempre he sido un alma libre, juguetona, preguntona, cálida, alegre, perspicaz…
Nací con licencia para disfrutar la vida y lo he ejercido. Hago lo que me hace feliz, no me influyen patrones ni normas que frenen la libertad del ser. ¡Aun así, algo fue cambiando! Sólo bastó poner en marcha mi sensibilidad con los demás y uff aprendí. Recuerdo que, “una amiga me dijo una vez, te observo tratar a los demás y valoro lo atenta que eres”. ¡Paradojas de la vida! Mientras, a otros no les gusta mi forma, opinan negativamente, y estas opiniones, sobre todo, en la infancia o en la adolescencia tienden a tomar más peso que las buenas acciones que emprendemos por nosotros o por los demás. Concluí, que siempre he sido buena, pero hay quienes entienden que para serlo también debo ser tonta…
Ahora
Enfrascada en trabajar mi ser, en mi interior, he recuperado historias, revivido momentos importantes y descubiertos acciones limitantes, lo que me ha llevado a cerrar capítulos y continuar mi camino, con esto he encontrado el origen de mis “corazas”, y tenido que valerme de herramientas para trabajar mi forma reaccionaria y mi autodefensa, esto me ha permitido forjar mi carácter y para ser quien soy, sin manto que cubra mis debilidades, sino donde que afloren mis fortalezas. He sentido el látigo de las detracciones, el maltrato y la humillación que pesa sobre nosotros, cuando no sabemos defendernos… Lo entendí tarde, cuando ya habían ocurrido hechos, situaciones o sucesos que de una u otra manera marcaron mi niñez y/o mi adolescencia. Es por esto, que desde que lo entendí, he hecho mía esta frase: “Ana, se puede ser buena sin ser tonta…”
¡Tonta!
Hacerse la tonta no es malo, lo perverso es serlo, y convertirnos en el estropajo de otros que ven sus propias limitaciones en nosotros, y nos utilizan, nos comparan y nos juzgan. En decenas de ocasiones oímos consejos, muchos de ellos destructivos, más que constructivos, que vienen de personas malas del alma, de un corazón arrugado y sucio que les molesta todo lo que los demás hacen, porque sólo viven y se sirven de limitar la luz de sus semejantes.
Con Dios, nos leemos la próxima semana.