De Cerca
La hora de la sinceridad
En un encuentro entre amigas, la hija de la anfitriona, a quien le encanta pintar, nos invitó a posar para hacer un cuadro. Animadas nos colocamos en ‘modo modelo’ y aguardamos tranquilas hasta el aviso de que la ‘obra maestra’ había concluido.
Con un talento magistral, a sus escasos 10 años, Awilda captó el momento con una definición clara de los rasgos del rostro y marcando detalles del vestuario y el cabello como toda una artista. Por supuesto, con líneas propias de su edad y limitadas por sus conocimientos de pintura.
Al ver el cuadro reímos y aplaudimos su talento. Cuando Awilda ya no estaba, una de las presentes dijo que la única que se había atrevido a ser sincera con ella era la niña.
Por un problema de salud nuestra amiga ha aumentado progresivamente de peso, pero tratábamos de nunca hacer alusión a su sobrepeso para evitar hacerla sentir mal. ¡Nos equivocamos! Y en su dibujo, nuestra pintora había marcado claramente esta situación.
Nos sentimos tristes y tratamos de aminorar el detalle. Pero el momento dio pie a reconocer que nos había faltado sinceridad. Ese valor tan importante y que los niños manifiestan de forma auténtica.
Ser demasiado sincero
Siempre se dice que los niños, los locos y los ebrios dicen la verdad. Esto se debe a que ellos no están sujetos a las mismas normas sociales que el resto; los niños porque no las conocen, y los otros porque por su estado no pueden acatarlas.
Esa capacidad de no faltar a la verdad, decía Confucio, “ayuda a construir el camino hacia el cielo”. Sin embargo, es justo admitir, que en algunas situaciones es más prudente mantener cuidado y respeto hacia los demás y callar algunas verdades.
Quizás ser demasiado sincero parezca una buena idea. Pero, pocas personas están preparadas para escuchar las verdades. La sinceridad está bien vista, pero no siempre es bien recibida.
La hora de la sinceridad
Leí que un estudio publicado en la revista ‘Psychological Science’ concluye que el autocontrol del ser humano para evitar mentir o engañar se va perdiendo a medida que avanza el día. Así que, por lo general, las personas somos más deshonestas por la tarde y la noche que por la mañana.
Esto se debe a que el cansancio hace que el sistema natural de autocontrol pierda fuerza y se caiga con mayor facilidad en comportamientos más deshonestos. Podría deberse, plantea la investigación, al agotamiento y la toma de decisiones repetidas a lo largo del día, ya que un mayor cansancio favorece que este sistema natural de autocontrol pierda fuerza y sea más sencillo caer en comportamientos más deshonestos.
Debo reconocer que independientemente de la ciencia, debimos ser más sinceras con nuestra amiga. Lamento no haber pensado esto a tiempo, la sinceridad bien manejada, es un gran valor y ayuda a fortalecer la amistad. Prometo no olvidarlo.
¡Hasta el lunes!