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Crónica Ligera

Emprender con lo que sabemos

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

En los últimos tiempos he visto como, lo que antes era un quehacer del hogar, ya sea cocinar o realizar manualidades por entretenimiento se ha convertido en la forma de ganarse la vida. Desde antes de la pandemia, hemos tenido a utilizar esas habilidades que habíamos cosechado en el hogar, para buscar un extra y cuadrar mejor, los gastos mensuales. Y así, escudriñando en nuestro Ser, descubrimos pasiones o talentos dormidos que, por algún motivo, teníamos guardadas en lo más recóndito de nuestra alma.

Las pocas oportunidades en el mercado laboral, sumado a la falta de dinero nos ha llevado a darle riendas sueltas a nuestra creatividad, lo cual le ha permitido a muchas mujeres convertirse en el eje principal de sustento, en sus respectivos hogares. Sin embargo, pese a este surgir del emprendedurismo, aún a muchas, no solo la limita el dinero, sino también el miedo, la costumbre y el apego. Muchas no se arriesgan por temor a perder la “estabilidad económica”, que, aunque no les satisfaga, entienden que les suple lo indispensable.

Lo que necesitamos

El dinero, el miedo, el tiempo y la costumbre pueden constituirse en un cáncer que afecta la independencia, desarrollo y crecimiento, sin embargo, también son obstáculos que se convierten en una necesidad del proceso, siempre que sean la punta de lanza para la realización de nuestras ideas en el mundo del emprendimiento. Vivir esos momentos de susto, corazón apretado y decenas de pensamientos que afloran a nuestra mente, pueden llevarnos a insertarnos en el trabajado que nos conduzca hacia nuestra meta.

¿Cuántas mujeres se han vuelto grandes empresarias en negocios que nadie nunca pensó alcanzarían ninguna relevancia? La historia muestra miles de casos que marcan la diferencia en el mercado local e internacional y que son entes de inspiración para que decenas de mujeres se atrevan.

Ejemplos

Hace unos días conocí en Hazleton, Pensilvania a dos mujeres dominicanas que se han ganado un espacio por esas tierras lejanas. Gracias al talento que poseen, pusieron en marcha las cosas que aprendieron de niña. María Teresa Rodríguez y Maribel Meléndez; ambas, me llenaron de orgullo al ver cómo a base de esfuerzo y trabajo ponen en alto en los Estados Unidos, nuestras costumbres culinarias, mediante comercialización de la comida típica. Dedicarse al mundo de los negocios aquí y donde sea amerita de grandes talentos y esfuerzos.

Es preciso asumir sacrificios, dejar atrás los horarios, los espacio de descansos u muchas veces hasta la cercanía familiar, para alcanzar estabilidad, habilidades, vivir grandes emociones y felicidad, en playas extranjeras… Para emprender un negocio se necesita dinero y tiempo, pero la variable más importante es la necesidad, siempre que esta nos lleve a sacar nuestra mejor versión.

Con el favor de Dios nos leemos la próxima semana.

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