Crónica Ligera

El miedo al Fracaso

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Desde niños se nos forma con miedo al fracaso. Sin el interés de dañarnos, nuestros padres o tutores nos muestran los primeros filos de la frustración cuando realizamos algo y no obtenemos el resultado esperado. Lo que nos inculcan, nos crea un estado de ansiedad y esta nos conduce a un estrés, porque nos crea la sensación de que no estamos funcionando adecuadamente. Entonces, nos llega un temor que nos estanca, limita y paraliza, frenando así nuestros caminos tras nuestros anhelos. El miedo al fracaso se instala en nuestros pensamientos, por razones antes expuestas, entre otros asuntos, que, casi siempre han sido inculcados por quienes nos han formado, que ignoran totalmente que más que hacernos bien, todo esto nos conduce a estados de inconformidad con nosotros mismos, y terminan afectando nuestro desarrollo individual y colectivo, llegando, en algunos casos a provocar estados psíquicos considerables.

El fracaso es bueno

El miedo al fracaso no tiene edad para manifestarse, estudios revelan importantes estadísticas, de que este se manifiesta en niños de niveles primarios, jóvenes de la secundaria, en áreas laborales y profesionales, y otros órdenes que nos conducen a analizar que, es preciso darle un giro a nuestra visión o al concepto que le damos al fracaso, ya que este no es más que una oportunidad vestida de error o maquillada de intento fallido que busca mostrarnos y enseñarnos algo. He aprendido en cada experiencia, que todo en la vida tiene una parte positiva, es cuestión de saber enfrentar las distintas situaciones que se nos presentan. El miedo es un invento de nuestra psiquis, para retarnos a seguir adelante y disfrutar de nuestros logros, No te dejes seducir por él, lucha, intenta hasta lograr tu propósito.

La vida sube y baja

¡La magia de la vida es vivirla! Un fracaso no debe limitarnos a mirar de lado, como sigue de largo ese intento que no salió como esperábamos. Ocurre que ese percance tiene la misión de decirnos algo para llevarnos a un mejor resultado. El fracaso es parte del proceso de enseñanza, sino fracasamos no aprendemos, sino aprendemos no cambiamos. He fracasado decenas veces, en lo personal, en lo profesional, como hija, como esposa y hasta como madre, porque soy humana, resultado de mis fracasos y mis aciertos, y con ellos aprendí, que un fallo mal manejado nos estanca, pero un intento más es una oportunidad de vivir el proceso y disfrutar el trayecto para alcanzar la meta. El éxito radica en atreverse a ir tras lo que queremos, sin temor a equivocarnos. Fracasar puede convertirse en una palanca que nos impulse a crecer, nos confronta y nos saca el potencial que le pone motor a nuestros talentos, habilidades e ideas. ¡Fracasar no es tan malo a veces!

Con el favor de Dios nos leemos la próxima semana.

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