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CRÓNICA LIGERA

¡El poder de ser yo!

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Hace años decidí ponerme atención. Aprendí a trabajar mi interior, buscaba conocerme más, entendí que sola no podía, necesitaba herramientas, entonces me inserté en el camino de la superación personal. Confronté que tengo una jornada diaria, me levanto, laboro, socializo, duermo y hago todo conmigo misma. Yo soy mi motor, entonces es con quien mejor debo llevarme. Mi satisfacción jamás debe estar a merced de las exigencias de mis círculos sociales o de las expectativas de otros. Ocurre, que esa actitud nos marca en la adolescencia… es el tiempo del inicio del autodescubrimiento ese que vivimos cuando quienes nos circundan osan con trazarnos las pautas de cómo deberíamos ser, sin embargo, es el momento más delicado en nuestras vidas, porque es durante el cual nos definimos y elegimos el camino a tomar, ese que, entre lucha, satisfacción, alegría y dolor, nos lleva a vivir entre culpa, temor y miedo.

No somos copias…

Hubo un momento en el que tuve que dejar claro que no era la hija perfecta, ni una réplica de mis ancestros, mucho menos un modelo a seguir. Soy una hija orgullosa de mis padres, amo mis orígenes, pero eso no significa que debo ser igual que ellos, soy un ser humano distinto, pertenezco a otra generación y tengo mis propios criterios. Con fortalezas y debilidades, marqué mis pasos y puse distancia para dejar claro que no soy una copia, entonces me sumergirme y volví hacia mí. Asumí mi vida con responsabilidad, me encaminé hacia mis sueños, pasiones y deseos, y después de mucho trabajo encontré el camino de la realización, pasando a ocupar un papel protagónico de mi vida. Con respeto y sin faltar a nadie, creé conciencia y desarrollé mi propia visión, las guías fueron necesarias, pero mis ideas prevalecieron.

Las ganancias

Para construir mí yo, me rompí en mil pedazos. Destruí patrones y dejé de lado las creencias limitantes que adopté en el seno familiar, las que alimenté en la escuela o en la religión y las que trató de imponer el entorno. Trabajé y trabajo en mi construcción, y he desarrollado mi propio criterio de aceptación que me valida y reconoce lo importante de ser yo, de ser diferente y no por eso estoy mal. Aprendí que no hay nada malo en mi forma de ser, y que tengo un propósito en la vida. Prefiero que me acepten como soy y no por usar una máscara que me impida ser yo. Encontré ganancia en la aceptación, en el despertar de mi consciencia que me ha llevado a ser real, pues me ha proporcionado atributos y cualidades que me hacen única.

Nos leemos la próxima semana.

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