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¿Cómo ves a tu padre?

Ivelisse VillegasSanto Domingo

Soy de las que tienen un imán para atraer personas que desean hablar o desahogarse de cualquier situación, sin importar el lugar. No sé el porqué, pero siempre me presto a escuchar y darle una orientación si lo amerita, aunque muchas veces opto por no opinar cuando la situación involucra a conocidos, o terceros que en nada favorece.

El conocer muchas historias solo me da experiencia y una pizca de sabiduría para no juzgar, como en este caso en particular, que recientemente me contó una vendedora con la que suelo conversar en la cafetería. Ella es extrovertida y cuando llega se hace notar, ya sea con una queja de su supervisor, o una historia que asocia al disgusto de su bajo salario, que en esta ocasión, la ha llevado a tener otro empleo cuidando un señor que está muy enfermo.

Sin amor

Dice que todos los días llega a esa casa a las de 6:30 a 7:00 de la mañana y su primera tarea es darle una sopa al señor y asearlo, hasta el otro día que vuelve a hacer la misma tarea, es decir, al señor le dan comida una vez al día y asimismo sus cuidados necesarios.

Le pregunté el por qué y me dijo que la hija de él no tiene tiempo para cuidarlo y tampoco quiere. Casi no entra a la habitación y como él está postrado en una cama no necesita más nada… Después que escuché este relato me sentí muy mal por el Señor y pensé por qué pasa esto, será que fue un mal padre, de esos que no mantienen a sus hijos, o de lo que solo daban dinero, de los que no dan amor, fue abusivo, malo, o un padre ausente.

Pocas consciencia

En definitiva, son muchas las incógnitas ante una situación así, de la cual hemos sido testigos, y en especial en República Dominicana, en donde vemos como pululan los envejecientes, que en su momento fueron buenos padres y madres, desprovistos de sus necesidades más elementales por parte de quienes, en esa etapa de la vida, tienen la responsabilidad de cuidarlos.

Estoy consciente que el rol de padre en este país adolece de muchas fallas, y que cada hijo lo trata según lo vivido. Desde el balcón del perdón apelo a la compasión ya que si fueron buenos o malos, no es el tiempo idóneo para juzgarlo. Esa parte le toca a Dios, a quien agradezco por el padre que me eligió.

Mi papá

Américo Villegas, mejor conocido como "México" como todo ser humano no es perfecto, ha tomado muchas malas decisiones pero cuando lo he necesitado me ha dado todo su apoyo, junto a mis nueve hermanos, de los 13 que éramos. Fue su interés un techo propio antes de nosotros nacer, alimentación en abundancia, medicina, y educación; y más allá de suplir estas necesidades elementales con el tiempo ha moldeado su carácter y ha desarrollado una paternidad más responsable basada en el amor, el respeto y el buen trato. De él, nunca olvidaré dos cosas: Siempre ha sido mi apoyo en todas mis decisiones, sin importar cómo sea el final, y esta frase, que tengo enmarcada, que me dijo un día, cuando entendió que no podía seguir cuidándome como lo hacía: “Nadie te puede querer más que tú misma”.