CRÓNICA LIGERA

¡La envidia es un cáncer!

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Quienes andan por la vida llenos de rencor y mal humor, casi siempre descargan su ira en quienes no tienen la culpa de su desgracia. Son personas insatisfechas, amargadas o envidiosas. El tema de la envidia ha marcado familias, empresas, equipos deportivos, partidos políticos y, paradójicamente, centros educativos, solo por citar algunos escenarios. La madurez y experiencia que he cultivado a estas alturas de mi vida, me hacen reconocer que en algún momento he experimentado este mal, y me atrevo a asegurar que quienes niegan haberlo sentido o manifestado, podrían estar auto-engañándose, quizás, por vergüenza no admiten que, en su momento, este sentimiento les tocó el corazón.

Talvez, huyen a sentirse mal consigo mismos, o juzgados como “malas personas”. Es por ello que generalmente negamos haber sido presa de este sentimiento, para evitar el juicio externo y nos aferramos a la idea de pertenecer al equipo de los “buenos”.

Transformación

Cuando decidí escribir sobre este tema hice una encuesta entre diez compañeros de trabajo. Todos admitieron haber sentido envidia en algún momento… Lo que confirma mi teoría sobre la presencia de este sentimiento en casi todos los seres humanos, en algunos o varios momentos de su existencia, aunque muchos insistan en negarlo.

¡Lamentablemente, la envidia existe al igual que el amor! Este sentir se alberga en cualquier persona sin distinción de raza, nivel social o económico, es un mal que nos afecta como almas imperfectas que somos. Ante esta realidad, lo importante es hacernos conscientes de lo que creemos o proyectamos en determinadas situaciones, como vemos a las personas, tanto en público como en privado, esto, con el mero propósito de reconocer lo que sentimos, de manera que aceptemos con inteligencia la realidad y transformemos ese sentimiento de la envidia en reconocimiento y admiración. ¡No es fácil, pero se logra!

Se manifiesta

Penosamente, la envidia, no sólo se manifiesta materialmente, también en lo intangible, mediante emociones de celos hacia la personalidad, el coraje, el espíritu, las ganas de luchar, las energías, forma de ver la vida, los deseos de superarte, la alegría... En fin, en cualquier área que impacte la atención de los demás. Los envidiosos, son seres llenos de dolor, no manejan ese sentimiento y lo llevan hacia una escala dañina, viven preguntándose ¿Por qué el otro tiene eso y yo no? o afirmando “Dios le da barba a quien no tiene quijada”.

Lo que demuestra el poder destructivo de la envidia porque no sólo daña emocional, personal y físicamente reputaciones, familias, instituciones y más, sino que también elimina, entes y entidades valiosas que aportan a las sociedades. Cuidemos lo que sentimos, lo que pensamos y lo que expresamos.

Con el favor de Dios nos leemos la próxima semana.

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