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CRÓNICA LIGERA

No juzgues a quien peca diferente a ti

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Nadie está preparado para que la vida le cambie de la noche a la mañana, nadie se entrena en cómo actuar ante determinadas situaciones. Sin embargo, para lo que si tenemos alta capacidad es para dirigir las decisiones de los demás, juzgar desde fuera. No nos tomamos un instante para un análisis sincero de lo que puede estar pasando al semejante, tratar de entender o conocer los motivos que llevan a los demás a tomar tal o cual decisión.

Es más fácil y placentero, sentarlos en el banquillo de los acusados. Ante cualquier escenario, hablamos, condenamos y juzgamos sin saber o conocer la realidad de cada caso. Lamentablemente así anda el mundo, vivimos entre guerras, dolor, sufrimiento, injusticias, relaciones rotas, rencores, enemistades, etcétera… Y todo porque queremos ocupar el lugar de Dios, creyéndonos dueños de la verdad y la justicia y finalmente lo que pretendemos es que todos sean o hagan lo que nosotros deseamos. En realidad lo que buscamos es manipular, controlar, decidir y condenar a los demás, imponiendo nuestros propios criterios.

¿Tú, como pecas?

Definitivamente, todos en algún momento de nuestra vida hemos pecado, algunos de manera exorbitante otros con moderación. Esto nos hace pecadores iguales. Pecar no se mide por el tamaño, sino por el hecho. Entonces, no estamos libres, de manera que pecar más o menos, no nos da la capacidad de juzgar a otros.

Uno de los pecados más comunes y al que más nos hemos apegado, es el hecho de juzgar a los demás, y con frecuencia pensamos que los otros están equivocados, que hacen cosas peores que nosotros. Es tan fácil oír: “yo no hago eso, yo hubiese hecho aquello, yo soy mejor que ellos”… y tan difícil de escuchar: “Me equivoqué, Te pido perdón… De ahí es que he hecho mía esta frase: “No juzgues a otro solo porque peca diferente que tú”, no conozco al autor, pero admito que de su enunciado han salido decenas de análisis que nos han puesto a pensar y que nos ha cambiado a muchos.

¿Quién condena?

Hago la pregunta, porque juzgar y señalar parece ser lo más fácil. Al igual que criticar, es un acto común que va desde los más discretos hasta quienes optan por hacerlo en público. Apelando al perdón divino, fue Jesús quien dijo: “Nadie te ha condenado, yo tampoco te condeno”. Entonces ¿quiénes somos nosotros para condenar a los demás? Quizá no estemos haciendo las mismas cosas, las nuestras pueden ser peores, pero sigue siendo más fácil ver la paja en el ojo ajeno.

Es propicio el momento para retomar nuestras acciones y enfocarlas en el amor con nosotros mismos y con nuestros hermanos. Vivir sin juzgar, nos permitirá ir construyendo juntos la sociedad que soñamos, en la que reine la justicia y el amor. “No juzguéis, para que no seáis juzgados”. Mateo 7:1-5

Con el favor de Dios nos leemos la próxima semana.

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