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¡Tengo dudas!, ¿Soy buena madre?

Por encima del gran amor que nos embarga por ellos, que se supone es un sentimiento universal, cada maternidad trae sus retos dependiendo la etapa del retoño, tiene su historia, se desarrolla con vínculos afectivos distintos. Cada madre tiene una genética diferente que la hace única e irrepetible y, pese a todo esto, se espera de ella un amor incuestionable.
Hace unos días escuché a una compañera de trabajo decir que no se consideraba ser una buena madre, no le pregunté por qué… Posiblemente, yo también soy una muestra en el universo de ese rol impredecible, por la complejidad que suscita en muchas mujeres cuando su maternidad no es exclusiva.
Cuando una mujer decide ser mamá dando crédito a ese llamado de lo más profundo del corazón hace un compromiso para toda la vida con ese ser aún sin conocerlo. Es un vínculo eterno en donde se pierde el amor por uno mismo para regalarlo a nuestros hijos. Y lo queremos hacer tan bien que nada es suficiente y siempre nos cuestionamos si lo hicimos o lo estamos haciendo bien, al ver los resultados en su carácter, decisiones y estilos de vida, muy lejos a lo que nos imaginamos que sería. Muchas veces son un termómetro, y en otras ocasiones espejo en momentos de dificultades e inquisidores que nos ponen a dudar en nuestra propia tabla.
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