CRÓNICA LIGERA

Su ausencia lo marca todo…

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Me he percatado de que, en los últimos días, mi ánimo, pensamientos y sentir no andan en sintonía. He escudriñado en lo más profundo de mí, las razones, pues, incluso, me siento débil, hasta el punto de mermar mi accionar y replantearme una y mil veces las cosas que quiero, las que me hacen feliz y encienden mi alma. Desde el cerebro y hasta mi corazón, ha llegado el deseo de dejar de lado algunas cosas y cambiarlas por otras. Creo que todos hemos vivido sensaciones similares, en distintas ocasiones, en el camino de la vida, es una mezcla extraña de dolor, insatisfacción y cansancio, que se convierte en un proceso agotador, mezclado con ciertos vacíos existenciales que nos marcan en lo más profundo, hasta clavarnos el alma y llevarnos al fondo... Toda esa vorágine viaja en nuestro ser y se convierten en un vaivén de emociones que se nutren de nuestros recuerdos, de nuestras necesidades y de las cosas que nos hacen falta…

Tu ausencia…

Es difícil encontrar los motivos de nuestro pesar, cuando no entiendes la salida estrepitosa de la risa que te acompaña cada día, de las bromas con las que te ríes de ti misma, entonces, entra en el proceso poderoso del silencio, ese que muchas veces te enseña en minutos lo que no prendes en años de lectura en los más importantes libros o en consejos cargados de realidad, pero que tu inmadurez no asimila… Estos días he tenido que aceptar tu ausencia, sintiendo tu presencia, sabiendo que de verdad no te puedo tocar, ni tampoco escuchar, me hace falta contarte las ideas excéntricas que transitan por mi mente, los cambios drásticos que tu calificabas como locuras extremas las cuales me identificaban y al final, para bien o para no también les encontrabas el mismo sentido que yo…

Seguir adelante

Sigo locamente trabajando cada día en el individuo que soñaste, reconociendo que es un camino arduo, pero no imposible, he tenido que dejar la lucha interna que libró con mi mente y concentrarme en las reglas de mi cerebro para seguir adelante como lo idealizaste y como me enseñaste. ¡No es fácil! ¡Vivir dos años sin ti! Te sigo llevando dentro mi pecho, ahí, donde duelen las ausencias, porque no hay día que no piense, ni noche que no te extrañe.

¡Dos años!

Han pasado dos años de tu partida física de este mundo y cada jornada que el calendario marca el 21 del cualquier mes es una tiempo lleno de nostalgia que me abraza, y me sobrecoge y trae consigo una tristeza incalculable, que se acurruca en mi cuerpo y me reviste del padecimiento de tu ausencia… Justo en el momento que escribo esta entrega de mi columna es que entiendo mi sentir, mi humor extraño y el bajo volumen de mis expresiones. Simplemente este mes, las cosas han sido más difíciles, más duras y hacen el dolor más profundo e intenso… No obstante, sigo en pie, eso lo aprendí de ti, tengo pendiente que mis decisiones y actitudes marcan mi camino…

Con el favor de Dios, nos leemos la próxima semana.

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