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CRÓNICA LIGERA

¡Ay la zona de confort!

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

He leído, estudiado y aprendido mucho sobre la famosa zona de confort. Es un tema muy tratado y trae inspiración a quienes trabajamos en la ayuda y el desarrollo personal propio y de los demás. Sin embargo, cabe admitir que, los consejos y recomendaciones respecto a este argumento, saturan.

Para bien o para mal, no todos queremos salir de nuestra zona de confort. Esta y muchas otras frases motivacionales han nacido con el propósito de ayudarnos e inspirarnos a dar lo mejor y ayudarnos a identificar nuestro propósito de vida… ¡Y no está mal! Pero nada nos obliga a salir de un lugar donde me sienta bien y/o se cumplan mis expectativas de vida.

Estén o no en lo correcto quienes no quieren moverse, ni salir de su zona de confort, y tienen todo el derecho de hacerlo, porque sentirse bien, conforme y satisfecho con uno mismo no debe ser un acto impuesto por la sociedad ni por nadie en particular, sino una decisión personal.

No obstante, muchas veces nos dejamos influenciar de lo que imponen las modas, las redes sociales, los medios de comunicación u otros grupos que nos circundan. ¡Ojo! No pasa nada con ser diferente o ser el “bicho raro” de tu entorno, mientras seas feliz con lo que tienes y lo que eres, lo demás sobra.

Debes salir de tu zona de confort

¿En serio? En los últimos días me he centrado en el autoanálisis y he concluido en que nadie sabe mejor que yo, que cambiar en mi ruta de vida, depende de lo que yo quiero y necesito hacer, y qué pretendo o debo transformar. Ahí no se llega por inducción, como creen quienes pretenden que haga su voluntad y no la mía… La intención de ayudar y motivar a ser mejores seres humanos puede ser buena.

Yo me atrevo a decir que lo es, me he formado para apoyar en ese renglón, pero sólo a quienes así lo deseen, porque el éxito de este tipo de proceso depende de la autodeterminación, jamás por imposición.

Nadie mejor que yo conoce mis necesidades reales, mis aspiraciones y sueños, Por tanto, si pido ayuda, si reconozco que necesito impulso, ahí deben entrar las motivaciones a salir de mi zona de confort… ¿Cuándo salir de aquí? Se sale cuando tenemos muy claro lo que es este espacio para nosotros y qué queremos lograr fuera de allí. Y, por supuesto, identificando antes, si no nos interesa lo que tenemos, para ir detrás de algo nuevo…

¿Y si no quiero salir de mi zona de confort?

¡No lo hagas! A veces para llegar a esa zona hay un largo camino de sacrificios, trabajos, caídas, dolor y luchas, que pasamos para alcanzar las metas y los sueños, que por años viajan desde el corazón al cerebro, entonces al llegar a la cúspide no hay razón para abandonar por lo que trabajamos y justo cuando ha llegado el momento de disfrutar las mieles del placer de lo logrado, ¿debemos salir? ¡No! Cuando hacemos lo que nos hace feliz, lo ideal es regocijarse y vivirlo en el esquema que nos propusimos.

Si estás a gusto donde estás, tienes la familia por la que oraste, el amor que soñaste, el techo por el que te afanaste y vives bajo tu propio diseño, con los asuntos materiales y espirituales que te llenan ¿para qué necesitas salir de donde estás? Se llame zona de confort o como sea ¿Para qué? Cuando así estás, te ha llegado el momento del poder, del saber y tener la claridad de reconocer si estás y te sientes bien con lo que tienes. Las cosas no cambian cuando sales de tu zona de confort, las cosas no suceden cuando sales de tu zona de confort, cambian cuando cambias, suceden cuando lo trabajas.

Admito que hay momentos en los que no quiero salir de la zona de confort que yo he construido, porque también es mi zona de estabilidad, comodidad, aprendizaje y crecimiento y al fin y al cabo, es también mi forma de ver la vida.

Con el favor de Dios, nos leemos la próxima semana.

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