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CRÓNICA LIGERA

¡Mis vivencias son mis grandes maestras!

Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Por mucho tiempo me enfoque en ser la persona que otros querían. Debo admitir que todo comenzó desde mi niñez, cuando mi madre quiso incluir en su modelo de crianza lo que ella entendía era lo mejor para mí, no lo veo mal, ahora, que lo años me ayudan a tener un poco más de visión analítica para cada cosa, yo me convertí en un sueño hecho realidad, pues había perdido a sus dos primeros hijos, la tercera, yo, me convertí, es una especie de hija salvaguardada.

Ella quizás estaba en lo correcto, yo hubiese hecho lo mismo, sin embargo, esto puede que nos pase a todos, que nuestros padres y abuelos quieran diseñar nuestra vida y predecir nuestro futuro. Sin embargo, nosotros desde que vemos la luz del mundo, decimos lo que seremos, demostramos dones y talentos que nos hacen diferentes y van marcando nuestro camino.

Cada padre o tutor enseña de la forma que sabe, pues si de algo estamos conscientes y seguros, es que en ninguna escuela nos instruyen para ser madres, entonces, más que bien, nos pueden hacer un mal, llevándonos contra nuestra propia corriente, la cual puede conducirnos a un camino oscuro, lleno de confusiones y desamor hacia nosotros mismos.

Estamos criados bajo patrones estrictos y cánones que a veces influyen tanto sobre nosotros que dejamos de lado nuestra propia personalidad, deseos, aspiraciones, sueños, ideas y convicciones sobre la vida o como vivirla, para aceptar las imposiciones de nuestra familia. Tarde aprendí, muchas formas y técnicas de crianza, aunque no me arrepiento de las normas que establecí como madre. Pero en realidad, el tema es otro.

Nuestros padres en su afán de querer lo mejor para nosotros, muchas veces se convierten en los villanos de la película de nuestra vida, así lo vemos en nuestra adolescencia, muchas veces hasta en la adultez y en los casos más extremos, cargamos con ese dolor de por vida. Sin embargo, nunca es tarde para retomar el control de nuestra existencia y hacer de nuestras vivencias nuestras grandes maestras.

Las experiencias

Nuestra vida se construye a diario, de hechos reales, vivencias cotidianas, anécdotas, cuentos y decenas de experiencias de todo tipo, de ahí nos cimentamos. Mi vida comenzó como la de cualquiera, siendo un cuaderno vacío que poco a poco fui llenando con vocales, palabras, oraciones, párrafos e historias. Tiene algunos borrones, pero es un diario lleno de grandes vivencias, marcado por episodios importantes llenos de espiritualidad y sentimientos que construyeron mi personalidad. No olvido los momentos más gratificantes de mi vida, esos que aun ocupan un espacio en mi corazón y con el paso del tiempo se han convertido en la columna vertebral que me sustenta.

En la historia de mi vida son la protagonista, pero he reconocido que la misma no me pertenece, es una historia más del mundo, que cumplirá su misión cuando sirva a otros, porque lo ideal es que alguien aprenda algo de la misma y reconozca, los obstáculos, los baches y los villanos que enfrenté, y así mismo, se prepare para los que le toque a ella. También, las explosiones de alegría, los fuegos artificiales llenos de emociones y las fiestas de carcajadas que adornaron mi camino, a veces es una oportunidad íntima y única con nosotros mismos, porque ni Jesús, fue profeta en su tierra. Y aunque no todo ha sido color de rosa, yo le he puesto color a mis días y hoy valoro cada situación y a cada persona que contribuyeron en mi construcción.

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