CRÓNICA LIGERA

¡Protesta al desnudo!

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Vi con asombro como todos nos comportamos ante el hecho de que una señora protestó frente a la casa de gobierno “desnuda”. La acción se volvió viral, en medios de comunicación, redes sociales y el morbo popular.

El asombro obedece a que pertenecemos a una sociedad civilizada que, está llena de tradiciones, costumbres, patrones y leyes que vetan el desnudo público y creo que hasta el mental. La dama, reclamaba sus prestaciones laborales a una institución del Estado.

El método que se le ocurrió fue lo que nos alteró a todos. ¡No lo veo mal! Cada quien se defiende con el arma que tiene y ella lo hizo sin un fusil, actuó como entendía y acertó, logrando el resultado esperado. Entiendo que su intención no era herir, ni ofender a nadie, sino obtener lo que por ley le correspondía, ante lo que consideraba un abuso de poder.

Es histórico

La forma de protestar de esa señora, hasta podría provocar estímulos para que mediante el exhibicionismo y con el propósito de llamar la atención, otros también se manifiesten. Quizás despierte la curiosidad en los más jóvenes y atrevidos, y de pronto se convierta en moda. De lo que estoy segura es que ella no fue la primera, ni será la última.

La historia registra grandes manifestaciones en ciudades más avanzadas que la nuestra, donde hombres y mujeres se han expuesto “como Dios lo trajo al mundo”, para exigir tal o cual cosa sin violencia. Nosotros tiramos el grito al cielo, porque la desnudez sigue siendo un tabú. Aún me resuenan en los oídos las veces que mi madre me corrigió, me aconsejó y me advirtió, cuidar y proteger mi cuerpo, hasta el punto de que si alguien abre la puerta de un baño donde me encuentre, tiendo rauda y veloz a cubrirme, por instinto, por reflejo, por memoria, por susto, por lo que sea, porque así me criaron.

Pese a los avances de la humanidad, mantenemos esos preceptos que nos llenan de vergüenza ante este tipo de actos… No obstante, vamos avanzando, usamos transparencia, y cada vez son más diminutas piezas para al ir a la playa, las piscinas o a los ríos.

Ella no es la primera

Lo cierto es que, el desnudo se ha convertido en una herramienta de protesta. Esa señora no inventó nada. Dejemos de lado el morbo y fijemos nuestra atención en el argumento de su queja y nos daremos cuenta, que hay motivos de sobra para salir a las calles desnudos. ¿Cuántas más harán lo mismo? ¿Debemos llegar hasta ahí por lo que nos corresponde? ¿En manos de quién está el pandero?

Estas interrogantes, me llaman a preocupación, porque entonces no será raro encontrar quien viole todas las reglas morales para exigir lo que le corresponde por derecho, sin que olvidemos lo que justifica su lucha… Hay que tener empatía, dejemos de juzgar, pensemos que hay quienes lo hacen por “vulgaridad extrema”, mientras otros solo muestran su real vulnerabilidad...

¡Ojo al reaccionar! Porque podríamos convertir en víctimas de violencia a quienes así se manifiesten.

¡Luchemos!

No podemos olvidar que el desnudo siempre ha sido una expresión de inspiración para grandes maestros de la pintura y la fotografía. Muchos lo ven como un arte, también hay quienes lo hacen para honrar la naturaleza. Aun así, nunca ha dejado de ser considerado, pornográfico y escabroso.

El mundo cambió y nosotros nos aventuramos a vivir todo tipo de cambios y expresiones, en estos tiempos, nada debe sorprendernos. La desnudez es normal en algunas de nuestras playas con los “topless” y no olvidemos hasta dónde la ha llevado la publicidad, claro, usando siempre el cuerpo femenino.

Lamentablemente, la desnudez sólo la asociamos con la obscenidad, en cambio, hay sectores que ven como actos normales la violencia contra la mujer, y no aceptan la desnudez como una lucha pacifista. Vivimos en un mundo contradicciones, cargados de doble moral. ¡Cada quien es dueño de su cuerpo!

Con el favor de Dios nos leemos la próxima semana.

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