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CRÓNICA LIGERA

Las mujeres no nacemos víctimas, nos hacen…

Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Si algo repudio en la vida, son las expresiones que buscan disminuir o menospreciar a un ser humano. En decenas de escenarios he escuchado la “clásica” frase: “las mujeres viven de hacerse las víctimas”, cuando muchos hombres también, de acuerdo a diferentes sociedades, por lo que no es exclusivo de nosotras.

He entrado en confrontaciones directas con hombres y mujeres, en el caso de las féminas muchas que se creen perfeccionistas y sólo saben ver la paja en el ojo ajeno y sin limpiar el de ellas, son más críticas y más duras al juzgar.

Los hombres, son seres comunes y corrientes, no conocen la naturaleza femenina y que nuestra forma de ver las cosas radica en la diversidad que nos diferencia, también nos pasa a muchas de nosotras... en realidad somos seres humanos distintos, en sentir y accionar, por lo que debe quedarnos claro que hacerse la víctima no es propio de nuestro sexo, ni mucho menos viene en nuestro ADN. Nada nos obliga a comportarnos de tal o cual manera. No es cuestión de si lo traemos de fábrica o si es biológico, lamentablemente es cultural.

Es cuestión de cultura

Es nuestro entorno y hasta la sociedad nos convierte en víctimas. La que nos etiqueta, la que trata de pisarnos y en la que hemos tenido que demostrar que podemos, que tenemos madera y de que somos capaces de alcanzar la cima, personal, técnica y profesionalmente.

Ciertamente, muchas de nosotras, hemos sido criadas en un sistema patriarcal, donde nuestros padres o abuelos eran la máxima autoridad de la familia, crecimos creyendo que así funcionaba la vida, otras crecimos en hogares disfuncionales, esto nos llena de marcas emocionales que se manifiestan de manera distintas, entonces nos desarrollamos en medio de un escenario que nos convirtió en víctima del entorno, de la violencia doméstica, de género o de la violencia física verbal y emocional. Y para salir de ahí se necesita ayuda de un profesional.

No nacemos víctimas

Nos crían así. ¡Sí! Nosotras nacemos libres para vivir la vida, desarrollar nuestros sueños, desplegarnos en las diversas áreas del saber, pero crecemos entre patrones, reglas, costumbres, tradiciones y disciplina que nos impone la sociedad o la cultura en la que nacemos. Desde la infancia nos moldean, en cómo pensar, cómo actuar y cómo proceder. ¡Y nos vuelven víctimas! Somos criadas bajo formatos arcaicos que fueron exitosos en los tiempos de nuestras abuelas, con enseñanzas, rutinas y hábitos, que si bien hay un segmento que pudo desarrollarse y crecer, bajo el estigma de “esa mujer es rara o rebelde”, otro grupo más grande solo asumió esas normas. A las mujeres nos hacen víctimas, cuando nos forman para el matrimonio y debemos “ser sumisas” al hombre; para hacer un hogar bajo los cánones que nos impone la sociedad, para soñar con un príncipe de un color específico y no para ser libres e independientes

¡Nuestro valor!

¡Ser mujer no es sinónimo de ser víctima! Es lamentable que la forma en que criaron a muchas de nosotras les haya arrebatado el valor como ser humano, el amor propio y su capacidad de amar de manera racional y sensible, que el miedo y la autoridad desmedida las privara de disfrutar la vida, el amor romántico y el sexo. Pero hoy, ¡El juego cambió! Y ahora abogamos por un mundo sin carencias emocionales donde no haya ni víctimas ni victimarios, porque el término nos abarca a todos. Mientras las mujeres nos enseñaron a sufrir y a aguantar, los hombres aprendieron a ser indiferentes y a simular…

Con el favor de Dios nos leemos la próxima semana.

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