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CRÓNICA LIGERA

No dejes que tu presente pague por tu pasado

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Refranes cotidianos dicen que el pasado siempre vuelve. Así sucede en el fracaso, cuando nos empeñamos en vivir en él “yo era”, “yo tuve” o “yo fui”… Como personas, hemos avanzado tanto como la ciencia o la tecnología. Las heridas de ayer deben sanar, con curitas, con sutura o con remedios caseros, pero debemos curarlas, para cerrar capítulos y dar paso a otros, es que debemos ir por la vida dispuestas a estar listas para las oportunidades que se nos presenten, para vivir nuevas experiencias y estar siempre en el presente, que no es más que estar atento y disfrutar el ahora.

Apegarse a un pasado que no volverá, no nos permite avanzar, ni valorar lo que tenemos; nos estancamos en la insatisfacción personal, el alma llena de quejas y de siempre buscar un culpable de todo cuanto nos pasa…

He corrido y he visto correr a otros, de alguna situación que nos sucedió hace años, generando en nosotros un conflicto interno que en la mayoría de los casos es solo nuestro. Vivir en ese dolor no resuelve nada, sólo nos lleva a una vida amarga, en una vorágine de sentimientos cargados de una extraña dolencia interna que nos limita, pero que cada vez sentimos más y cada vez adquiere dimensiones más notables que, aunque pretendemos ocultarlas, se proyectan en nuestro diario vivir.

El trabajo es interno

El valor del presente no tiene comparación, pero nosotros insistimos en vivir en el pasado. Lo que fue no será y debemos asimilar lo aprendido para insertarlo en nuestra vida y no repetirlo. Si nos vuelve a pasar las mismas cosas, debemos aceptar la ayuda de un profesional, para que este nos auxilie y nos lleve a conocer las razones internas de la situación emocional que nos limita, porque casi siempre son vivencias que nos han marcado de forma negativa.

No debemos ser como las personas que se estancan, aquellas a quienes les ha sido muy difícil salir del pasado, olvidar, dejar ir y fluir, para vivir su presente y realizar sus sueños. Ha apostado a la madurez, a acogerme a los cambios que trae el paso del tiempo o simplemente reconocerme una eterna aprendiz, lo he puesto en práctica y me ha llevado a la conclusión de que, trabajar en el crecimiento espiritual y personal, ha sido muy fructífero, me ha hecho entender que la felicidad es un estilo de vida que fluye a mí, por mí, a través de mí y solo yo la responsable de sentirlo, vivirlo y compartirlo..

Antes de sembrar

No te culpes… Mejor analízate y encuentras tus propias limitaciones en cada una de esas vivencias que te marcaron desde niña. Trabaja tu interior para que implementes los cambios necesarios. Es cuestión, simplemente, de respetar los procesos y encontrar en ellos el valor positivo que trae consigo.

Antes de sembrar debemos preparar la tierra, aplique este concepto en todo, comience por su corazón, porque a medida que adquirimos conocimientos y estamos dispuestos a integrarlos, tenemos asegurado un cambio total de energía y una mejor actitud para disfrutar la vida.

Sin victimismo

No debemos dejar que nuestro presente pague por nuestro pasado, cuando hay decenas de oportunidades dentro de cada una de nuestras limitaciones, porque para avanzar en la vida no hay edad, porque el pasado debemos mirarlo con cariño y con aceptación que nos permita cerrar todas las puertas que quedaron abiertas para deleitarnos a nuestras anchas de nuestro presente y del futuro. En muchos casos, arrastramos conflictos sentimentales, familiares o de autoestima, evitemos el victimismo porque siempre estamos a tiempo de curar nuestro corazón.

Con el favor de Dios nos leemos la próxima semana.

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