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CRÓNICA LIGERA

¿En qué inviertes tus latidos?

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

La primera vez que me hicieron esta pregunta respondí con silencio. Decenas de pensamientos viajaron por mi mente. Es tan difícil reconocer en qué invertimos nuestros latidos, cuando vivimos en un mundo tan congestionado, la presión social se impone, lo material nos define, nuestras prioridades no están claras o están dispersas.

Si, lo sé, es duro admitirlo, pero es la realidad. En la mayoría de los casos, sobre todo cuando entramos en la adultez, nuestros latidos no palpitan por nosotros. ¡Error! la definición de latidos, que trae Google, dice que: “Es el golpe que causa el movimiento alternativo de contracción y dilatación del corazón”. “El latido puede percibirse en el pecho o en los tejidos que cubren las arterias”. Yo pienso que se sienten en el estómago, se ven en la cara y se expresan en los gestos y en las palabras.

Mi encuesta

Hice una encuentra en uno de mis trabajos, pregunté a tres mujeres y a dos hombres ¿en qué invierten sus latidos? Recibí la respuesta esperada, todos se fueron a los hijos, al trabajo, al compañero o compañera y uno solo a la fe. Seguí mi investigación y concluí en que nadie invierte sus palpitaciones en sí mismo. Me dio congoja reparar en que no nos tomamos en cuenta, no ponemos atención a la explosión interna que producen las pulsaciones que sentimos, esa que sale del corazón viaja hasta nuestro cerebro y estremece todo nuestro cuerpo. Esa es la razón por la que muchas personas, viven por y para otros, andan amargados, tristes o enojados y lo reflejan en su accionar, todo le molesta, todo le duele, cogen la vida de otros como propia y luchan batallas que no le corresponden, se olvidan de sí mismos, de lo que los hace felices o lo que de verdad les enciende el alma.

¿Me hice la interrogante?

Es que hace un tiempo me hice la misma pregunta. ¿En qué invierto mis latidos? Y descubrí que lo invertía mal, en todos menos en mí. En mis hijos, mi familia, mi trabajo, mi compañero, mis amigos y mis responsabilidades… ¿Y yo para cuándo? Suena egoísta, pero nadie puede dar lo que no tiene, entonces nuestras pulsaciones, esas que nacen de lo más profundo de nuestro ser deben latir por nosotros primero. Pocas veces nos detenemos a pensar en las cosas que nos mantienen vivo, porque siempre creemos que es una persona o una cosa, sin embargo, siempre está en nosotros lo que nos mantiene el corazón activo, despierto y cargado de energía.

¿En qué invierto mis latidos?

En estar sana de cuerpo, alma y corazón, olvidar y no guardar. Para abrazar más, besar mejor, deleitar mis sentidos, reír a carcajadas, bailar bajo la lluvia, embelesarme con los olores y degustar distintos sabores, vivir a plenitud mi sexualidad. Mis latidos se alborotan cuando puedo apreciar la belleza de los atardeceres, el vaivén de las olas o la tranquilidad del mar, también en las noches colmadas de estrellas, en la luna llena que me da paz. Entonces, aprendí a valorar las cosas pequeñas que me llenan el alma para poder interpretar mis latidos y sentirme bien conmigo misma, para entender las palpitaciones que me mueven el corazón, la sonrisa de mis hijos, el amor de mi pareja, la satisfacción laboral y el logro de una meta o la realización de un sueño… Esas pulsaciones llegan después que nos valoramos y compartimos lo que tenemos dentro, lo que importa es cómo estoy viviendo este camino, entonces así seremos mejores seres humanos.

Te pregunto: ¿En qué inviertes tus latidos?

Con el favor de Dios nos leemos la próxima semana.

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