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Tribuna abierta

Lo que aprendí del cáncer: vale la pena luchar…

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Denisse Santos DavidSanto Domingo

Como sobreviviente de cáncer de mama he dedicado estos últimos 13 años a concienciar sobre la importancia de la detección temprana. Pero esto ya todas lo sabemos. Mi mensaje de este año es para hombres y mujeres que estén luchando por vencerlo, y darle apoyo desde mi experiencia y lo que junto a mi familia vivimos, es que todos necesitamos apoyo, quien es diagnosticado y quienes están cerca que la persona que ha sido diagnosticada.

El cáncer me quitó muchas cosas, se llevó mi feminidad, mi cabello, pestañas y uñas. El cáncer me afectó físicamente, pero no en el espíritu. Allí no hay cáncer que valga. Y es ahí donde ustedes encontrarán la fuerza y el ánimo para superar un cáncer o cualquier otro obstáculo en la vida.

Se cómo se sienten, son meses oscuros, difíciles, llenos de dolor, angustia, malestar físico y emocional. Pero solo es eso: un período difícil.

Estaban sanas o sanos y libres de síntomas y les dicen que su cuerpo los ha traicionado. Y aquí empieza la primera etapa: negación. Comienzan a buscar una segunda opinión a esperar que haya sido un error de diagnóstico, a desear que todo sea una pesadilla y que van a despertar. Pero no. Tienen cáncer de mama y no es un error o un sueño, en ese momento pasan muchas cosas por la mente, invade el miedo, dolor, el futuro, el proceso de la quimioterapia, el miedo a morir y no cumplir tus metas o sueños que te habías trazado en la vida.

Se siente rabia, impotencia, y muchas preguntas rondan por la cabeza “¿por qué a mí? ¿por qué Dios permitió que me sucediera esto cuando hay tantas personas malas en el mundo?

En este proceso entendí algo muy importante el cáncer no es un castigo, no conoce religión o estatus social. ¡No es tu culpa!

El miedo es una emoción poderosa, pero no podemos permitir que los consuma, ni le robe la felicidad. Hay que abrazarse a esta sensación y acéptenla porque solo así lograrán dominarla y usarla como motor de empuje.

Cuando le demuestras al miedo que se equivoca una y otra vez, desarrollas confianza. Sin el miedo, no puede generarse esta característica fundamental para salir airoso de esta enfermedad o cualquier otra situación que tengas que enfrentar en la vida.

Con el tiempo dejé de sentirme victima para desear ser un vivo ejemplo de que estar de rodillas, no significa estar derrotado. Ahí aprendí que, aunque el cáncer me quitó muchas cosas, también me regaló muchas otras que no cambiaría. He conocido el amor y la amistad verdadera, he ganado mayor fuerza y ??fe, y he aprendido a amar la vida y vivirla verdaderamente al máximo. Entonces, al final, lo que se gana vale mucho más que lo que se pierde.

Hay un poema que dice que hay muchas cosas que el cáncer no puede hacer. No puede paralizar el amor, romper la esperanza, matar la amistad, erosionar el espíritu, quitar la fe, silenciar el coraje, destruir la paz, suprimir los recuerdos o conquistar el alma. He descubierto que estas cosas son ciertas.

El cáncer me enseñó que soy fuerte. Me siento muy bendecida de haber descubierto esto y creo que puedo hacer más con mi vida ahora que entiendo su valor.

Quiero que sepan que luego, un día, se miraran al espejo, quizás hayan quedado cicatrices, no sientan vergüenza de estas pues solo son el recuerdo de que son más fuertes de lo que pensaban, que nada las puede derrotar y descubrirán que el dolor ya se fue, que la oscuridad quedo atrás, que hoy brillan con luz y que se han convertido en Guerreras, en Victoriosas. Ahora son Sobrevivientes.

Si hay algo que aprendí del cáncer es que ¡vale la pena luchar!

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