Dominicanos en el extranjero

Willy y Bether Rojas, con el alma colgada en Santo Domingo

Han pasado cinco años desde que la pareja de esposos domínico-americana conformada por Willy y Bether Rojas decidieron arreglar sus maletas y partir con su hijo mayor Ian, de 8 años, hacia Estados Unidos, con el objetivo de buscar mejores oportunidades.

Se instalaron en el estado de Delaware, donde Bether se crió. A pesar de que él trabaja como administrador de sistemas para una compañía de logística y ella como gerente de una organización sin fines lucrativos, ambos coinciden, que lo más difícil es adaptarse a las reglas de un estado tan conservador.

Sobre la pandemia del Covid-19, Willy comenta que desde el principio este virus fue subestimado por muchas personas. “A principios de marzo estuve en una conferencia en Nueva Jersey y luego me pasé el resto de la semana en Nueva York. En mi caso particular, no utilicé transporte público y cargaba siempre conmigo gel antibacterial. Si todos hubiésemos tomados precauciones no se hubiese salido esto de control. Cada uno de nosotros debe de ser responsable de su vida y su familia y evitar aglomeración de personas o salidas innecesarias” expresó Willy.

Explica que vivir en una zona rural es un privilegio por el tema del confinamiento. “Una de las ventajas es que podemos montar bicicletas, jugar béisbol, y cocinar afuera cuando sube la temperatura. He tenido la suerte de que he seguido trabajando normalmente, ya que mi posición me lo permite. He seguido con mi rutina de trabajo desde la oficina que tengo en la casa” dijo Rojas.

Los esposos están de acuerdo de que los niños son de las personas más afectadas durante la cuarentena, porque debido a la edad no comprenden sobre la pandemia y el porqué del confinamiento. “Mucha gente no entiende que los pequeños son los más afectados. Nosotros le decimos a nuestros hijos que es algo pasajero y tratamos de mantener un esquema en cuanto a la educación virtual, salir a ejercitarse y los videojuegos. Teníamos un viaje planeado en junio para ir a Santo Domingo, pero tuvimos que cancelarlo debido al virus”.

A esta joven pareja le preocupa que en República Dominicana las personas no asumen la pandemia con seriedad. “Siempre digo que en el béisbol la gente pone atención a la pelota cuando pica cerca de ellos. El Covid-19 se toma en serio cuando alguien cercano es infectado, y esto es lamentable” reflexionaron ambos.

“En nuestro país todavía nos queda gente buena. Me gusta la espontaneidad del dominicano, la comida, la música y el calor humano, Mis padres se han modernizado y utilizamos WhatsApp para las videollamadas. Mi hermano menor, el artista Kiko El Crazy, se quedó varado en Europa pero pudo retornar en viaje privado a Santo Domingo y de inmediato se puso en aislamiento voluntario, porque fue testigo de como el viejo continente estaba siendo afectado. Mientras que mi hermana Angely, se ha tenido que quedar en casa, solo una pandemia puede dejarla tranquila en casa” relató Willy de manera jocosa.