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El liderazgo frente a una gran prueba

A esta altura de los días, de seguro que cada uno de nosotros mucho hemos escuchado, opinado y hasta presagiado sobre la crisis sanitaria y económica en la que se encuentra sumido el mundo por culpa del Coronavirus. Pero son tantos los contextos que indiscutiblemente se verán transformados en lo adelante, que por largo tiempo el COVID-19 será un tema de conversación y análisis.

Esta no es la primera vez que el mundo se ve amenazado por una pandemia, pero hay que reconocer que a mi generación nos encontró sin la menor idea de cómo debíamos proceder. Desde la forma de manejar el temor al contagio, el drástico cambio de los hábitos cotidianos, y todo lo que involucre, sin importar donde estemos, la necesidad de protegernos y seguir siendo productivos. El desafío es para todos, pero principalmente para quienes cumplen el papel de líderes.

Sin duda la pandemia está retando la capacidad de liderazgo de las personas que ocupan los puestos de mayor responsabilidad en las empresas y entidades gubernamentales. Tomar decisiones en esta difícil etapa, implica tener la suficiente estabilidad emocional para trasmitir paz, adaptarse con rapidez a los cambios, acertar en las prioridades del equipo y comunicar el mensaje de manera efectiva.

Si de algo no tengo duda, es de que esta pandemia, tan inesperada como anunciada, está poniendo a prueba todas nuestras capacidades. Una frase del escritor y coach estadounidense John Maxwell, define este momento con claridad: “Cuando a la gente le falta esperanza, el líder debe tenerla. Cuando a la gente le faltan respuestas, el líder debe darlas. Cuando a la gente le falta dirección, el líder debe dirigir”.

Las adversidades forman parte del proceso de crecimiento y consolidación de cualquier empresa o individuo, y son un determinante eslabón en el camino hacia la cima. No importa si se trata de una situación simplemente operativa, una vacilación financiera o una crisis interna, en los momentos de dificultad, un liderazgo claro ayuda a recuperar la estabilidad.

La tarea del líder va más de allá de ser el jefe de todos. Debe guiar al equipo, escuchar. El liderazgo es compromiso. Un buen líder intenta hacer las cosas cada día un poco mejor y busca ser un ejemplo. El líder es coherente entre su vida y su modo de actuar. Tiene vocación de servicio, influye positivamente para que los demás no se queden atrás. Inspira.

El líder tiene autoridad, pero no es autoritario. Es ético, se rige por una serie de valores. Pero también es un ser humano, y es lógico que, igual que todos en el equipo, este atemorizado en este tiempo en el que el Coronavirus ha demostrado su avasallante poder.

Se dice, y es una realidad, que las peores crisis son los momentos ideales para distinguir el gran líder de los mediocres. Pero si bien es cierto que el liderazgo poco tiene que ver con la posición que ocupes, también es real que es difícil empujar a un equipo que se resiste a avanzar amparado en decenas de excusas…

Este es el justo momento en el que se requiere que todos demostremos que podemos ser líderes y halemos la cuerda en la misma dirección. Decía Christopher Reeve, el actor más popular en la interpretación de Superman, que "un héroe es un individuo común que encuentra fuerza para perseverar y soportar a pesar de los obstáculos", yo creo, señor Christopher, que ese también es un líder, un líder en tiempos de Coronavirus.

¡Hasta el lunes!

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