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Crónica Ligera

¡Que lo exterior, no te llene la vida!

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Vivimos en un mundo errando. Hemos confundido el mágico universo de las redes sociales con nuestra realidad, mostramos una vida esplendorosa, estable y feliz ante los ojos de los demás o ante la sociedad que nos hace vivir bajo el régimen de la imposición, pero, ¿qué tan felices podemos ser en la soledad? Hay personas que no pueden contestar esta interrogante, porque se reconocen vacías, tristes y solitarias en su intimidad. Su vida gira en torno a lo que le ofrece el cosmos exterior, entonces están llenas de lamentos, dolor y sufrimientos que marcan sus expresiones, sus actuaciones y camino de vida.

Viva en su realidad

Aceptar nuestras limitaciones nos ayuda a vivir en la verdad de nuestra existencia. Quienes viven en la mentira no son capaces de hacerse un autoanálisis y de hacerlo culminan en la insatisfacción del alma y en los por qué. Por qué no hice, por qué no logré, porqué no llegué, aun viviendo en la abundancia económica. Por qué nunca se han detenido a descubrir el verdadero sentido de su vida, por qué prestaron más atención a los parámetros que nos dictan quienes marcan las tendencias de nuestro entorno, que a lo que pide a gritos su corazón. Conozco personas que sí son madres, eso está por encima de todo, si son esposas es un rol que las consume o viven bajo sacrificio, si son hijas trabajan para retribuir lo que les dieron y si son profesionales viven en el stress constante de la competencia y así puedo citar como van por la vida asumiendo roles y responsabilidades que nada suman a lo que sienten o a lo que quieren.

Encuentre su propósito

Hay una sensación extraña que se siente en lo mas profundo de nuestro ser cuando vivimos una vida con propósito. Hay a quienes les ha resultado difícil encontrarlo, otros nunca han escuchado del tema y los más abundantes están en este momento viviendo el propósito de otros. Con un poquito de atención a nuestros sentimientos, gustos e intereses podemos encontrarlo, porque este no es más que tomar el control de nuestra vida, establecer prioridades reales sobre las acciones a tomar y saber cuando decir sí y cuando dar un rotundo no. Nuestra vida no es la de nuestros hijos, tampoco la de nuestros padres, ni la de nuestros amigos y familiares, ni lo es el trabajo, ni el sexo, ni los hobbies… Nuestra vida es un conjunto de todo eso, donde nosotros somos la prioridad.

Lo descubrí

Cuando la muerte de un ser querido me tocó por primera vez era muy joven para llegar a una conclusión madura. He perdido muchas cosas en la vida y eso me ha hecho cambiar mi valoración de la misma, he comenzado a entender porque hay personas que lo tienen todo y son infelices, mientras otros no tienen nada y no paran de reír… Encontré la diferencia en que uno se preocupa por acumular y el otro por vivir. Es un esquema simple que parece secreto, para encontrar el “Don de la felicidad”, que sólo se aprecia en lo auténtico, en lo cotidiano, en nuestra manera de ver y aceptar nuestra realidad, en la risa cómplice de la travesura o en el amor sin exigencia, libre y sano, pero su mayor grandeza se siente en DAR.

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