Protocolo corporativo
El poder simbólico del uniforme
Vestimenta
Todos alguna vez, en alguna etapa de la vida hemos usado un uniforme. Da igual qué tipo: en la escuela, en la academia militar, en el trabajo… el uniforme es mucho más que una prenda de vestir: tiene el poder de motivar sentimientos y comportamientos en aquel que lo viste y en aquellos que lo ven desde fuera. Puede producir rechazo, admiración, disciplina, seguridad… la percepción estará atada a la experiencia individual.
El uniforme es una pieza con personalidad propia. Identifica a la cajera del supermercado, al policía, al camarero, al doctor, al pintor… Pero ¿por qué vestimos uniforme? Las razones, básicamente son dos: la práctica (que tiene que ver con la labor que desarrollamos) y la social (que ayuda a saber en todo momento quiénes somos dentro de la comunidad).
Uno de los mayores poderes del uniforme es la colectividad. Según un estudio publicado por Juan Antonio Pérez, catedrático de Psicología Social de la Universidad de Valencia, el uniforme produce tres efectos: la desindividualización, el orden y la jerarquía. “Quien viste un uniforme deja de ser individuo y se convierte en grupo. El uniforme ayuda a codificar y a diferenciar a distintos colectivos en una mirada. Pero la diferenciación nunca es neutra, siempre supone la expresión de la relación de poder, estatus o prestigio”, afirma el experto.
Uniformes ejecutivos
En la medida en que la sociedad ha cambiado, el uniforme se ha renovado. “Ha pasado de ser simplemente ropa de trabajo a ser parte de la imagen corporativa y de la estrategia de mercadotecnia de una empresa”, según el profesor de Historia de la Indumentaria Daniel Louzao. “Sobre todo en el área de las empresas de servicios, donde la excesiva competencia del mercado hace que el uniforme sea el primer contacto visual que el cliente percibe”, sostiene.
El uniforme es una herramienta de comunicación de la empresa. Los poderes positivos no son sólo de imagen, usarlo en el trabajo puede ayudar en las empresas porque al colectivizar al empleado hace que se sienta parte de la compañía, además de ser un elemento integrador del equipo humano.
Hoy en día, uniforme y la moda van de la mano incorporando novedosos colores y cortes. Lo cierto es que moderno o anticuado, el uniforme sigue haciendo valer sus poderes. Y aunque muchos piensen que limita la creatividad al momento de vestir, el uniforme no va a desaparecer porque la necesidad de formar una colectividad es intrínseca al ser humano.
El uniforme ahorra tiempo porque no tienes que pensar en qué vas a lucir, ahorra dinero, contribuye a fortalecer la imagen profesional porque siempre estarás vestido adecuadamente y facilita el trabajo en equipo porque nos hace sentir parte de un todo. Claro que puedes colocar un toque personal al uniforme - una pañoleta, un broche – algún detalle que te haga sentir bien, pero no dejes nunca de cumplir con los reglamentos de vestimenta de la empresa donde laboras. En el complejo mundo corporativo, cumplir nuestros deberes es tan importante como exigir nuestros derechos. ¡No lo olvides!