DE CERCA

Google se ha convertido en mi competencia

Cuando era niña pasaba horas de conversación con mis abuelos, mis tías y mis padres. No había duda que ellos no pudieran despejar, desde la capital de un país, historia de inventos importantes, cualquier tema, incluso para las tareas del colegio, prefería consultarles antes de buscar en la enciclopedia. Quizá, porque cada explicación llegaba acompañada de una anécdota y este recurso facilitaba la recordación.

Este cuento si ha cambiado

Con mis hijos las cosas han sido diferentes. Atrás quedó la idea de que “mamá lo sabe todo”, ellos buscan por sí mismos las respuestas de las cosas que les inquietan. Los jóvenes ahora tienen muchos más recursos para informarse, y se ha ido quedando en un segundo plano la magia de la conversación. Mi hijo menor llega al punto de cuestionar la veracidad de cualquier información, citando que “confirmará en Google”. No me molesta que defienda su punto de vista, me inquieta que, esta ‘generación Google’ ha adoptado el buscador como su nuevo tío, por lo que no es de extrañar que, con respuestas en un clic, y disponibles en su teléfono celular, a menudo prefieran la tecnología antes que a sus padres, maestros, o familiares cercanos.

Perdiendo terreno

Que muchos jóvenes ya no vean a los adultos de su círculo como fuente primaria de información, demuestra que hemos estado perdiendo terreno frente a la tecnología. Sin duda, Google es sinónimo de conocimiento inagotable, que bien utilizada y con la debida supervisión, puede apoyar la formación educativa de nuestros hijos. El tema empieza a preocuparme cuando me entero que, según un estudio realizado por ‘Pew Internet’, el 95% de los adolescentes utiliza Internet para buscar información acerca de problemas que los afectan de manera personal, como drogas, sexo o depresión, y que ellos califican como ‘difíciles para discutir’ con los adultos.

El gran desafío

En la adolescencia la comunicación padres e hijos se convierte en el gran desafío para ambas partes. El nivel de confianza de esta etapa dependerá de cómo haya sido la relación durante la infancia. Nuestros hijos deben crecer sin temor a equivocarse, sintiéndose queridos y aceptados, porque es en el hogar donde se experimentan los afectos indispensables para construir la vida. Mantener el diálogo abierto y sincero, disfrutar de sus historias y permitirles preguntar, construye la confianza en la etapa inicial y nos ayuda a alivianar el camino cuando se convierten en adolescentes.

Lo sé porque lo he vivido de cerca dos veces. Así, aunque consulten a Google, también tomarán en cuenta la opinión de sus padres. ¡Hasta el lunes!

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