Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete
Las Sociales

Algo qué contar

Milena Cabrera una gurú en la pediatría y la cátedra en República Dominicana

ivelisse villegasSanto Domingo

A los nuevos médicos que no pierdan la parte humana. ''Sé que los jóvenes de hoy quieren todo rápido, y en esa misma rapidez se van muchos detalles. En la medicina hay que investigarlo todo, porque a veces, hay cosas que no están en los libros y hay que buscarlas y darle seguimiento, tener cuidado, ser observadores. A un médico lo hace bueno la dedicación, amor, deseo de hacer las cosas bien, pasión por lo que hace, nada impuesto es bueno.

La experiencia no se improvisa, es el lema de la doctora Milena Cabrera, una mujer aguerrida que nunca le ha temido a los retos profesionales. De las experiencias dolorosas, dice, vive el duelo, se enjuga las lágrimas y sigue adelante.

Esta filosofía de vida es perenne, así como la aprendida del fenecido cardiólogo Héctor Mateo, quien decía: “La experiencia no se jubila”.

Para conversar con Milena no fue difícil, es muy asequible, y accedió a contarme cómo fue que se convirtió en la primera mujer pediatra gastroenteróloga del país y en dirigir el Hospital Robert Reid Cabral.

Desde hace algunos años he visto como distintos sectores de la sociedad la reconocen por todos los méritos profesionales acumulados, siendo el más reciente el que le entregó la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el Día del Maestro, por dar clases en la entidad por más de 30 años.

La conversación fue en su residencia, momentos antes de partir hacia el consultorio que ocupa en Hospiten, como pediatra gastroenteróloga, una especialidad que se ha convertido en el bastón de su vida. Mientras lo dice, sus pensamientos se trasladan a México, en donde se especializó en el Hospital Infantil de esa ciudad, en 1979, convirtiéndola en la primera con tener esa especialidad en el país, la que ha ejercido durante más de 30 años.

En 1993 viaja a Oita, Japón, en donde estudió Diagnóstico y Tratamiento en Gastroenterología Pediátrica; y en 1988 realizó estudios de Endoscopía Pediátrica y Técnicas de Laboratorio sobre Gastroenterología Pediátrica, en la ciudad sanitaria La Paz, de la ciudad de Madrid, España.

Milena está consciente que en esta etapa de su vida, si bien es importante el sitial que tiene como profesional de la medicina, lo más importante es la familia que procreó con Virgilio Olivier, sus tres hijas: Llinis, Sarah y Milenita, quien falleció a los 14 años.

Como dice el padre de la sicología, Sigmund Freud, en uno de sus famosos estudios: “Si quieres soportar la vida, prepárate para la muerte”. Pero nunca se está preparado para una pérdida de esta magnitud.

“Tengo un nido vacío, porque mis hijas viven fuera del país, pero mi hueco es la ausencia de mi hija Milenita. Murió cuando tenía 14 años. Todo el que me conoce sabe lo aguerrida que soy, pero al hablar de esta experiencia tan dolorosa, mis fortalezas se desploman”.

Al recordarlo, la tristeza la venció. Estaba sentada en la sala de su residencia. Mira a su alrededor, en busca de un consuelo ante el dolor por los recuerdos, y continúa: “He aprendido a vivir con la pérdida de mi hija. Ella comenzó con un dolor en el hombro, pero continué dando seguimiento y haciéndole estudios, hasta encontrar una verdad que me cambió la vida, en octubre de 1986. Siendo médico y madre al mismo tiempo, tuve que enfrentarlo”. Para el siguiente año, así como el huracán Emily sacudió el país, así de turbulenta estaba su vida, buscando la salud de su hija con la esperanza de un trasplante de médula que nunca llegó. Queríamos que una de nuestras hijas donaran, “pensaba yo en mi deseo de salvarla. El 15 de septiembre la sepultamos con el vestido que se pondría el día de sus 15 años”.

“Fue devastador. Cerré el consultorio, abandoné todo, hasta que una de mis hijas me dijo, “mami habemos dos aquí”. El doctor Hugo Mendoza me dio mucho apoyo y un día me dijo: “Lo que va a pasar pasará, tienes que seguir”. Ahí reaccioné y empencé a retomar mi vida”.

Ella añora ese estado afectivo, pese a que su amor por su hija será eterno. “Recuerdos, palabras, modos de ser con ella, goces comunes, etc. Las fiestas y los aniversarios implican presencias y ausencias, hijos que están e hijos que ya no están”. Como dice un estudio de la Revista Internacional de Psicoanálisis: Aperturas. Ella nadaba, hacía mucho deporte. Solo eso nos quedan, los recuerdos!!!.

La primera mujer pediatra gastroenteróloga y mentora de dicha residencia a los que cursan la especialidad, cofundadora del Hospital de Gastro Japonés, está orgullosa del legado que deja a las futuras generaciones.

“Soy una guerrera”, dice. Ella ha sabido secarse las lágrimas, descansar y seguir, con la ayuda de Dios.

Valores

Se define una mujer muy cuidadosa y respetuosa de sus pacientes y cuida sus amigos verdaderos.

Con la gracia de Dios me siento agradecida, ya que coordinaré la Maestría de Pediatría Gastroenterológica de la Universidad Autonóma de Santo Domingo.

Aconseja a los nuevos médicos que, pese a los estudios, que no pierdan la parte humana, es todo un esfuerzo, “los jóvenes lo quieren todo rápido, en esa misma rapidez se van muchos detalles. En la medicina hay que investigarlo todo, porque a veces, hay cosas que no están en los libros y hay que buscarlas y darle seguimiento, tener cuidado, ser observadores. A un médico lo hace bueno la dedicación, amor, deseo de hacer las cosas bien, pasión por lo que hace, nada impuesto es bueno. Me siento satisfecha del legado que dejo. Me considero que no soy egoísta, si lo quisiera todo estuviera en mi casa, pero estoy en las aulas, en los consultorios y siempre recuerdo al doctor Héctor Mateo, quien decía: “La experiencia no se jubila”.