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Protagonista

Luis Felipe Cartagena: El gozo de un padre agradecido

Ivelisse VillegasSanto Domingo

“su canción favorita era 'Por amor'. Se ponía feliz cuando se la cantaba y al sentir mis pasos al llegar a casa. Había una conexión increíble entre nosotros''

El padre Mateo Andrés dice en su libro 'Puedo ser otro… y feliz'' que las palabras y los pensamientos pueden ser sobornados pero los sentimientos no. Y cuando observa las emociones que emanan de un hombre que habla del dolor del pasado como un gozo del presente, te das cuentas que las experiencias vividas lo han marcado de forma positiva.

Esta fue la impresión que dejó en mi Luis Felipe Cartagena, padre de dos hijos: Shanell y Luis Felipe, este último, mora al lado del Señor. Su paternidad es lo mejor que le ha pasado, confiesa, y hoy da testimonio de esto porque quiere ser inspiración para aquellos padres que enfrentan el reto de tener un hijo especial, de haber perdido uno, o que simplemente, estén alargando su árbol genealógico.

Cuenta que la llegada de Shantall fue algo maravilloso y cuando su esposa, en ese entonces, le dice que viene un segundo hijo y, por demás varón, la alegría y buenos augurios se esparcían por todo el entorno familiar.

''El nacimiento de mi hijo Luis Felipe fue inusual por las circunstancia que lideraba mi vida profesional. En ese momento estaba en Washington haciendo un curso, cuando una llamada me obliga a abordar un vuelo de forma abrupta. Nunca imaginé la sorpresa que me esperaba. Llegué a la una de la mañana a la clínica. El niño estaba entubado en una situación muy crítica. Me asomé a la cuna y le dije: Mi hijo te necesito y el abrió un ojito y se sonrió. Esto fue increíble a pesar de su cuadro de salud. Duramos 13 días en intensivo, lo llevamos a la casa y seis meses después nos dieron el diagnóstico de parálisis cerebral aguda'', dice.

Esto cambió para siempre a la familia Cartagena Núñez. “A medida que Luis Felipe fue creciendo sus articulaciones fueron deformándose, pero mi amor hacia él se fue erigiendo de una forma perfecta”.

“Me siento muy agradecido de Dios por habernos elegido para ser un padre especial para un niño especial. Él me enseñó tanto sin decir una palabra. Fue mi estímulo para seguir trabajando y poder conseguir todo lo que necesitaba. Fueron 14 años disfrutándolo…”

Un dejo de nostalgia invade todo su ser. Sus ojos se tornan ausentes y dice con voz entrecortada ­“su canción favorita era 'Por amor'. Se ponía feliz cuando se la cantaba y al sentir mis pasos al llegar a casa. Había una conexión increíble entre nosotros''.

''Al abordar mi paternidad, lo quiero hacer desde la perspectiva de lo que puede dar un padre a hijo especial, y de cómo la familia puede integrarse para que cada uno dé lo mejor de sí. Como en nuestro caso, su madre Rosario Núñez, una mujer extraordinaria, fue la mejor madre para él. Abandonó su carrera y su vida se la consagró a nuestro hijo hasta su último aliento. Mi hija Shanell, es ese motor de inspiración que todo padre debería tener”.

Cuando habla de Shanell su rostro se torna con un brillo especial, propio de quien ama y se siente orgulloso de su hija, que a sus 25 años tiene una maestría en Negocios Internacionales, en la universidad de Boston, en Bentley y trabaja en admisiones Senior.

Considera que siempre se ha preocupado por dejar un buen legado a su hija, al igual que sus antepasados con él. Siempre teniendo como premisa el amor, la honestidad, lealtad y todo principio que los haga mejores personas, aunque la vocación de servicio es el buque insigne de la familia Cartagena.

“Sé que mi hija me conoce y la eduqué de una forma correcta, y para que nunca baje la cabeza cuando escuche mi nombre, porque como ser humano he cometido muchos errores, pero mi hija tiene un padre que le teme a Dios”.

“Exhorto a los padres en este mes que celebramos nuestros día, a ser horizontal con todo el mundo. A tratar a todas las personas con las mismas condiciones y ha ser humildes porque el mundo da muchas vueltas y ser coherente en la prédica del ejemplo”.

Confiesa que con el paso del tiempo aprendió que todo lo vivido ha sido para un aprendizaje, para ser mejor persona; “no lo veo como un obstáculo, sino como un propósito para algo mejor. Todo tiene un por qué…Nada es fortuito…”