Las Sociales

CRÓNICA LIGERA

¡Adiós 2018!

Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Puedo despedirte tranquila, lo hago agradecida de la construcción que le diste a mi alma y de las modificaciones que me hiciste en el corazón. Te convertiste en el período de mayor formación interna, desde la sólida zapata rehecha desde la cabeza hasta cada fibra que compone mi cuerpo en base a las vivencias y los acontecimientos que no agendamos, pero que nos toca enfrentar... Para llegar hasta aquí hay que suturar cada una de las cicatrices de la memoria, limpiar el lodo que cargamos cada vez que acumulado dolor e impotencia y abrirnos a nuevas vivencias. He decidido aceptar para vivir en paz, en calma y con mucha satisfacción, antes he llorado, he gritado a todo pulmón, he hablado sola, con la almohada y con Dios.y he vuelto a caer en un mar de lágrimas hasta desahogarme. Tenía que vaciar el alma, el corazón y el cuerpo de los por qué, del enojo, la rabia, la impotencia y el dolor... Nunca he cuestionado las decisiones divinas, pero soy un ser lleno de interrogantes y sólo así pudo volver a llenarme de alegría. Aprendí que nada es tan importante como cambiar nuestros pensamientos para poder aceptar quienes somos y celebrarlo. Este período 2018 ha sido el año que más me ha enseñado. Aprendí de la misericordia de Dios, de sus obras, de mi fe. Aprendí de mí, de las altas y bajas de la vida, nunca como ahora he sido tan consciente de mi existencia; y aunque este año me volqué hacia otros, justo en este instante declaro que nadie, ni nada hacen de protagonistas de mi vida, por lo que asumo mi papel y me concentro en vivir al máximo, disfrutándolo todo. Lo dulce, lo amargo, lo claro, lo oscuro, mis decisiones y las divinas, las pérdidas, las reconquistas, la soledad, las fiestas y las risas... Todo es cuestión de vivir el momento, porque una llamada, una acción o una decisión nuestra, o de otros, lo puede cambiar todo en un instante. Tomaré el control de mis emociones bajo los criterios divinos que he conocido en el trayecto de estos 365 días y me abro a nuevas oportunidades de crecimiento en el presente, dejando atrás el pasado y sin apresurameinto a un futuro que aún no llegaÖ Me detendré en los “para qué”. Admito que la mitad de mi vida me la he pasado centrada en los “por qué“, tanto en lo personal como en lo profesional, sin embargo, es en “los para qué”, donde he podido descubrir el verdadero propósito de cada experiencia, al mismo tiempo, he podido descubrir quien soy, me he dado el lujo de aceptar que no soy perfecta, que estoy llena de defectos, que tengo muchas debilidades, que me equivoco a diario, que he hecho cosas indebidas, también he asumido mis contradicciones.Lo mejor de despedir este año, es reconocer que no respondo a las expectativas de nadie, sino a las mías. Hoy, sanamente te digo adiós 2018, aceptando las heridas en mi corazón, producidas por mí, por otros y por las circunstancias, también acepto los cambios que experimenta mi cuerpo, porque son una clara señal de que he vivido. Te dejo ir, quedándome con tus grandes enseñanzas, reconociendo que bajo dolor, sorpresas, diagnósticos y una que otra alegría encontré las bendiciones que necesitaba mi alma en el desarrollo de cada proceso. Gracias Dios por este recorrido, ha sido un trayecto pesado, pero soy una mejor mujer. ¡Que este 2019 sea grandioso para todos! ¡Feliz Año Nuevo! Con el favor de Dios nos leemos en enero.

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