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UNA VIDA CONSAGRADA A LA MODA

Farah Cabrera ‘voy a morir con una aguja en las manos’

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Ivelisse VillegasSanto Domingo

Farah Cabrera hizo su entrada al Centro Cultural del Banreservas de forma tal que no pasó desapercibida. Sus pisadas firmes no restaron a su donaire al llegar al salón en donde se exponen sus diseños, como parte de un homenaje a los '50 Años de la Moda en República Dominicana'.

Tenía entre sus brazos un traje que iba a formar parte de la colección que en su homenaje realiza el Instituto de la Moda en RD, por ser ella, junto a Oscar de la Renta, pionera en la industria.

La noche antes de esta entrevista, durante su discurso de agradecimiento, dijo que iba a morir con una aguja en las manos, fue tal su emoción que su voz entrecortada y el brillo de sus húmedos ojos emocionaron a los allí presentes.

Al otro día, en un momento más íntimo, Farah Cabrera alimenta este discurso con anécdotas relevante que les han pasado en estos 50 años de trayectoria.

Mientras conversa, sus ojos, instintivamente, se posan en sus manos, las que siempre quiso ocultar durante la entrevista. Según ella, son rústicas, robustas y perdieron, en gran parte, la delicadeza que tendrían las de una dama dedicada a otra profesión. ‘‘Esto se debe a que soy una obrera. Nunca una empleada me ha cortado una tela. Soy muy exigente con cada detalle y seguiré cociendo hasta que muera. Ahora estoy en una cuarta generación. Y esto es una bendición’’.

Ser autodidacta ha sido su fortaleza en la moda. Creció entre agujas y botones. Su madre, Yolanda Estévez, era modista y su abuela, Sofía Santana, también. Por esta razón, cuando decide entrar en la vida laboral, elige este camino, en el que sus primeros pasos no fueron tan placenteros.

Dice que en el país no había escuelas para estudiar diseño de moda, por lo que se traslada a New York, Estados Unidos. Su estadía fue efímera. El costo y el idioma fueron parte de las limitantes para concretar el propósito. No desmaya en el intento y compra libros de diseño, que luego traduce para ir hilvanando su sueño.

Confiesa que su empuje al escenario público lo logra cuando el Ministerio de Turismo retoma Miss República Dominicana, en 1968. Y su amigo, Ramón Darío Cruz, la invita a presentar un desfile de moda. De ahí surge la boutique que llevaba su nombre y la convierte en pionera en este tipo de negocio.

Recuerda que la abre en el Ensanche Naco. A partir de ahí, inicia una nueva etapa en su vida, y en la historia de la moda dominicana, vistiendo a grandes personalidades.

Viajaba constantemente a distintas ciudades comprando telas y para estar empapada de las últimas tendencias. ‘‘Hice vestidos de novias a reconocidas personalidades del país y mis creaciones para cada temporada eran esperadas por todos’’, dice Cabrera.

Un mural en el museo con recortes de sus desfiles de la época, devela que no se puede hablar de moda en el país, sin darle méritos a Farah Cabrera.

Se define admiradora del diseñador Oscar de la Renta, aunque nunca lo conoció. “Él, al igual que otros, tuvo que emigrar para encontrar sus sueños porque, desde siempre, en el país hay poco apoyo para el sector”.

Farah decide dar parte de sus conocimientos y comienza a impartir clases de diseño en la Universidad Mundial. Entre sus alumnas estuvieron las diseñoras Modesta Castillo e Isabel Reynoso, presidente de Inmoda.

Confiesa que nunca ha cortado una tela sin conversar con su cliente; saber a qué se dedica y en cuál escenario lo va a lucir. Para así, y si es posible, que lo pueda llevar en otra ocasión.

Conversar con una mujer de tanta valía y enamorada de lo que hace, después de 50 años, hace que el transcurrir de las horas sea una aventura más.

Un torrente de agua cae desde el cielo en el techo de la casa que nos cobija. El clima es propicio para hablar de temas más íntimos. Le pregunto sobre su vida amorosa, a lo que contesta: ‘‘Mi vida privada fue más emociante que la profesional’’, ríe a carcajadas.

Cuenta que tenía novio desde los 16 años y cuando estaba haciendo los preparativos de la boda terminó el compromiso. Él se casa, tiene su familia, luego se divorcia. Pasaron 30 años y un día comienza a llamarla, invitándola a salir y a mandarle flores.

Ella acepta y a partir de ahí retoma su relación amorosa y contraen nupcias, convirtiéndola en la mujer más amada y feliz durante diez años.

Con mucha tristeza cuenta que su esposo Ignacio murió, pero aprendió que las relaciones de pareja son para disfrutarlas cuando son buenas, y las situaciones difíciles, enfrentarlas con una buena conversación.

Está orgullosa con los avances que ha registrado la moda en los últimos años, siendo Dominicanamoda una plataforma excelente. “Pero también, hace falta más unión entre los diseñadores locales. Menos individualismo y más sinceridad. Deben entender que nadie es competencia de nadie; cada uno tiene su estilo y clientela”, dice Cabrera.

50 años de la moda Farah Cabrera invita a ver la exposición que estará abierta al público gratuitamente hasta el 15 de noviembre, en el Centro Cultural Banreservas. La muestra recoge los trabajos en una cronología desde el 1968 hasta la fecha. Un arduo trabajo que refleja el talento, creatividad y la formación de los diseñadores dominicanos.

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