Las Sociales

LITERATURA INFANTIL

Un gatito en la Ciudad Colonial

La obra, autoría de Rosanna Rivera Nardi, ha sido editada en inglés y español como un regalo para todos los niños del mundo.

María Teresa Ruiz de Catrain | Especial para Listín DiarioSanto Domingo

Alguna vez escuché decir: Cada vez que nace un niño, Dios vuelve a sonreír y me atrevo a agregar: cada vez que nace un libro, sobre todo si es para niños, todos debemos sonreír, esto a propósito del nacimiento del libro “Un gatito en la Ciudad Colonial”, de Rosanna Rivera Nardi.

Es un relato que con la excusa de contar las aventuras de un gatito, nos regala un paseo por la Ciudad Colonial de Santo Domingo cargado de hermosos mensajes para los niños. Una crónica, las 24 horas del gatito merodeando por la ciudad antigua, lo que no debe extrañar, pues estamos frente a una veterana periodista que no duda en ubicar en tiempo y espacio al pequeño lector cuando inicia su relato: “…desperté lleno de alegría y me dirigí al río Ozama y lo finaliza al levantarse el nuevo día…” Es un texto que retoma valores universales como el trabajo, “Son hombres que cada noche se arriesgan en el mar para ganar dignamente el alimento que llevan a sus hogares”.

De igual manera, la autora se enfoca en la exaltación de los sentidos a través de imágenes cotidianas como la contemplación de las monumentales edificaciones, el olor y el sabor de las frutas, el pescado y un rico chocolate, así como los sonidos de las campanas de las iglesias y la risa de los niños; sin olvidar la caricia que mitiga el miedo. “…me tomó entre sus brazos y sentí tanta calidez y paz que olvidé mis temores”.

Consciente de su interés por la revalorización de los monumentos y su lenguaje histórico cultural, Rivera orienta a sus lectores a dirigir la mirada hacia detalles como es el águila bicéfala de aquel emperador dueño de casi medio mundo y por supuesto, de nuestra Ciudad Colonial.

“Llegamos frente a la catedral y, señalando hacia arriba, entre ellas comentaron el blasón con águila de dos cabezas que corona su puerta principal”.

Al igual que a sus edificaciones, la autora se complace en exaltar las cualidades morales, maneras y costumbres de sus habitantes, los cuales reflejan la intensa fascinación que la Ciudad Colonial ejerce sobre ellos; el encanto de sus noches, el romanticismo de sus calles y ese sentido de lo antiguo que habita en esta. “Sus casonas con balcones adornados de coloridas flores, sus fuentes y santuarios, las risas de los niños jugando a las escondidas en las plazoletas y las damas afanadas barriendo las aceras eran para mí un mundo diferente y fascinante… cuanta gente buena! A nuestro paso todos saludaban…” Como hilo conductor reconocemos el interés de la autora de resaltar los valores más importantes con que cualquier ser vivo y sobre todo humano, debería contar. Nos referimos a los tres obsequios que Rosanna entrega a su personaje: un hogar, un nombre y la libertad.

En ese escenario mágico, nos presenta a Noah, un lindo personaje tan real como todos sus personajes; una encantadora niña de gran precocidad que un día cualquiera se le puede ver, asida de la mano de su abuelo, paseando por las calles de la Ciudad Colonial y de quien la autora se vale para invitar a todos los niños a mostrar empatía hacia el necesitado. “… le explicaba a Noah que yo era un gatito sin rumbo y con hambre que necesitaba, además de comida, amor y calor de hogar”.

EMOCIONES Llama la atención el sentimiento de nostalgia hacia el hogar que se respira entre las páginas que recogen el paseo del amado gatito. Un sentimiento que recuerda la seguridad y aceptación de estar entre los suyos y que ennoblece el hogar y la familia, tema impostergable para nuestros tiempos y que anhelamos que cada padre o educador tenga como prioridad en su agenda... “al acostarse el sol, sentí la falta de mis padres y mis hermanos y una enorme congoja invadió mi corazón de gatito”.

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