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GENTE

Se apagó una estrella, mas no así su luz

Octubre es el mes conmemorativo de la lucha contra el cáncer de mamas. La publicidad alusiva a este tema se encuentra por todas partes: televisión, radio, internet y hasta en algunos productos comestibles o accesorios femeninos. La pretensión de tanto aviso es que mujeres y hombres (porque ellos también son propensos), nos detengamos a observar y examinar nuestro cuerpo para identificar a tiempo cualquier anormalidad y prevenir un desenlace fatal. Recientemente, una muy querida colega y amiga, Aracelis Melo de Cury, perdió su aguerrida batalla contra el cáncer. En su caso, la traicionó el diagnóstico tardío de los médicos que ante la insistencia de Aracelis buscaban sin encontrar. Cuando finalmente hubo una respuesta para Ara sobre su inquietud de salud, ella lo asumió con la fortaleza que siempre le caracterizó, sin rendirse jamás. Aracelis Melo fue un ser humano nacido en un molde muy especial, de esos que no se repiten. Lamentablemente, de quienes trabajamos en medios de comunicación, y peor aún si es en televisión, llegan a decirse muchas cosas en ocasiones lastimosas, sin que en la mayoría de los casos, se asemejen necesariamente a la realidad de la persona en cuestión. De Aracelis Melo, el mayor porcentaje de quienes llegaron a conocerle a través de su trabajo de cara al público ha reconocido su valía profesional, eso debe ser gratificante para sus hijos, su esposo y su familia. En mi caso, fui tocada por el brillo de su estrella cuando Ara se desempeñaba como Directora de Amé 47, un canal juvenil al que puso alma, corazón y vida. Recuerdo que en ese momento estaba embarazada de Paula, quien ahora cumple 15 años, y nunca la vi quejarse por las largas jornadas laborales en el canal pues disfrutaba cada instante alli a plenitud. Aracelis tenía la particularidad de reconocer el hambre de crecer en las personas y con esa visión abrió las puertas en la televisión a una nueva generación, entre ellos yo, a los que dejó volar con alas propias bajo su ámparo. Aunque siempre le agradecí a Aracelis el haberme distinguido con un cariño tan genuino como ella misma lo fue, hoy quiero profesar publicamente mi solidaridad hacia el mejor legado que nos deja, sus hermosos hijos Paula y Jottincito. A ellos quiero decirles que aunque la estrella de Ara se apagó, su luz seguirá iluminándonos tanto como lo hizo su radiante sonrisa.

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