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GUILLO PÉREZ ES EL PADRE DE WILLY, QUIEN AL IGUAL QUE ÉL ES PINTOR DE PROFESIÓN

Ivelisse VillegasSanto Domingo

Cuando se comparte el lazo sanguíneo con una persona además de la misma vocación, los sentimientos se estrechan hasta formar un núcleo de complicidad, comprensión y tolerancia, dando como resultado un sólido vínculo de amor, ese que Dios nos da el día que permite la procreación del hijo. Este es el caso de Guillo y Willy Pérez, dos artistas que han plasmado con un pincel la gran pasión que los identifica. Guillo Pérez es un artista de una trayectoria envidiable, pues recientemente cumplirá 86 años y aún conserva esa estirpe de conocedor del arte que lo define en cualquier escenario que se encuentre, como en esta ocasión cuando LISTÍN DIARO visitó la escuela de arte Guillo Pérez para conversar con él y su hijo Guillermo, conocido en el mundo artístico como Willy. Al llegar a la galería nos recibe una señora muy amable, quien resultó ser la madre de Willy, Ana Rojas, la primera esposa del pintor. Willy, quien dice muy orondo que el primer hijo de su padre es la pintura y lo define como un hombre muy decidido con sus ideas y entregado a esa profesión que. Recientemente dijo “la pintura ha hecho de mí lo que le dio la gana”. Esta entrega a su pasión ha sido retribuida por la sociedad, pues como dice Willy “mi padre ha sido un artista muy mimado, la gente lo quiere mucho, y para él ha sido una gran satisfacción el estar vivo para recibir un reconocimiento que le hizo la Cámara de Diputados, junto a sus homólogos Ada Balcácer y Ramón Oviedo”. Desde la galería nos trasladamos junto a Willy hacia la casa del maestro Guillo Pérez, quien manifestó sentirse muy contento de que su hijo sea pintor, y que decidiera seguir sus pasos. Mientras transitábamos desde la galería de arte hacia la casa, Willy nos narró una anécdota rememorando cuando él era pequeño y la familia Pérez vivía en la Zona Colonial. Recuerda que su padre es tan apasionado, que en plena Revolución de Abril, mientras las balas traspasaban los techos de la casa y el ruido de los aviones era insoportable, su padre permanecía pintando sin inmutarse. “Es un hombre amoroso y dedicado a su arte, un sacerdote de la pintura”, dice. “Desde que nací estoy viendo pinceles. Crecí entre artistas que visitaban a mi padre, como Yoryi Morel, Domingo Liz, Silvano Lora, José Cestero. Aunque nací en Santo Domingo frecuentaba Santiago a menudo, porque mi papá era el director de la Escuela de Artes”, agrega el artista. Sin duda, Willy Pérez guarda recuerdos hermosos de su infancia, como los paseos junto a su papá a la playita del Malecón, razón por la cual al pintar su tema predilecto es el mar. “Siento una gran responsabilidad histórica con esta carrera, placer de que mi obra le guste a la gente, y he podido hacer lo que he querido gracias a Dios”. (+)EN ESTA FAMILIA A TODOS LE GUSTA EL ARTE“El legado de mi padre seguirá conmigo y con otras generaciones”, dice Willy, pero ¿Era esto lo Guillo quería?. Parece que sí, dice la madre de Willy, porque desde que su hijo tenía tres años Guillo le compraba lápiz, papel y todo lo que el niño necesitaba para realizar sus Dibujos. A sus 16 años ganó un concurso de pintura en el Colegio Santa Teresita. Recuerda que desde muy pequeño los cuadernos de su hijo siempre estaban lleno de dibujos. Y siendo Willy un niño le pintó cuernos a un retrato de Rafael Leonidas Trujillo, cuando las profesoras vieron esto la llamaron alarmadas porque era una ofensa muy grande al jefe; es decir heredó esa vena artística de su padre. Willy está casado con María Rocío Pérez de Pérez y tiene 4 hijos: Ana Rocío, Gabrielle Marie, Sarah Esther y Guillermo Rafael Pérez.

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