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Las Sociales

AUTORA

¡Qué mujeres éstas!

RINDE HONOR A UNA GENERACIÓN DE MUJERES QUERECUERDA CON AMOR

SANTO DOMINGO.- Referirnos a familiares y antepasados, a nuestras mujeres, casi siempre resulta cómodo y ameno. Expresamos felizmente sus cualidades, virtudes y dones, fino trato y demás. En esta fecha del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, puedo mencionarles a una en especial bondadosa que se entregó en el hogar: mi entrañable Maallella –que igual pudiera escribirse de otra manera, pero a mí me gusta así-. Debo resaltar ante ustedes que a su edad, ya casi cumpliendo los 96 años y en pleno juicio, todavía no le he oído decir una –ni siquiera una- mala palabra. A pesar de los tiempos difíciles y de situaciones complicadas jamás la he visto fruncir la frente como muestra de preocupación. No la ví perder la paciencia ni en familia ni con empleados ni extraños. Siempre en sus asuntos: pegar botones, coger ruedos, voltear cuellos de camisas; además, la dedicación a los nietos: rezar cada noche el Angel de la Guarda mientras pasaba un pañito húmedo por nuestros pies, hacernos mangú y habichuelas con dulce, coser con retazos ropa para mi muñeca, sin mencionar el pegamento que hacía -al calor de la estufa- cuando se acababa la ega en medio de una de nuestras tareas, me embobaba también viéndola sacar punta a los lápices de carbón con un simple cuchillo; ayuda adecuada en todo momento acompañaba a mi abuelo Pacheo (Eliseo Santana) a su colmado cerca de La Voz Dominicana para fajarse allí, como si nada, a mover su famoso y cristalino mabí de behuco de indio requerido por todo artista y trabajador de aquel canal de televisión; luego, cubeta al sol desde temprano –nada de calentador-, baño exacto antes del almuerzo, siesta y para cerrar el día una soda juntos. Y así la rutina. Por cuestiones de su salud, el 8 de septiembre del 2003 le escribí: Abuela de mi alma Cuánto trabajaste, abuelita ¿Cuánto afán para qué?... siempre dabas una manita te fajaste, ya lo sé. Hoy, te vas de mi lado ¡Qué duro es para mí! ¿Pero ves? No he llorado ya que sacando cuentas en mi interior percibí que es verdad, abuelita, mereces un buen descanso aunque ya no estés para mí. Igual mencionar hoy a mi tía -abuela María Ascensión De Moya Vda. Achécar. Se lo cuento exactamente como lo he vivido: ví a mis padres amarla como a una madre. Mujer de gran fortaleza, culta, de agradable conversación que a sus 95 años conserva mucho su independencia: celular en mano, supermercado y salón, visitas, devota a San Francisco de Paula, organiza la Hora Santa correspondiente con su exquisito brindis al final, preparado por ella misma. Junto a su esposo, Abelardo Elías Achécar, sirvió de soporte para la carrera universitaria de tantísimos jóvenes familiares y amigos. Para completar esta nota, Trina De Moya de Vásquez (Chin Mamá). Casi, casi, pudiera referirme a ella como si la hubiera conocido personalmente. Las dos mujeres que mencioné antes arriba, se encargaron de eso. Sobre Trina, esta vez, prefiero citar partes del prólogo que escribiera para su libro Patria y Hogar (1929) Don Fabio Fiallo: “…Dama de tan finos contornos y alma tan gentil como esta dulce y noble poetisa, que es hoy una de las figuras más puras de mi Patria.” “…en sus versos solo se encuentran las palpitaciones ingenuas de un ingenuo corazón de mujer. Y es que, al revés de algunas poetisas eminentes, que apenas son mujeres porque son poetisas, esto es, por lo que tierno y delicado encierra en sí la vocación poética. Trina de Vásquez es poetisa por la vocación apasionada de su feminidad exquisita, que se traduce en un anhelo divino de ensanchar con las alas armoniosas del verso la delicadeza y la ternura de su temperamento de mujer”. “…El alma que dictó esos versos es un alma auténtica de poeta que a la vez llena con inquebrantable fe y naturalidad exquisita su misión de mujer dulce, suave, resignada, cual que sea la actitud o el estado en que la sorprenda la inspiración: de esposa y madre, de hermana, de amiga, de hija, en fin de hija amantísima de esta Patria, cuantas veces ha sido puesta en cruz por cruentos dolores”.

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