Juegos OLÍMPICOS
Juegos olímpicos de París: espectáculos entre el éxito, inconvenientes y polémicas
El espectáculo del 26 de julio fue seguido en directo en Francia por 23,2 millones de telespectadores y repetido en diferido por 1,2 millones. La ceremonia de clausura, el 11 de agosto, atrajo a algo más de 17 millones de telespectadores
“Tengo la sensación de que el trabajo está hecho", aseguró Thomas Jolly el domingo por la noche, tras el último espectáculo en el Estadio de Francia dedicado a los cerca de 4,000 atletas paralímpicos, un gran concierto en el que participaron figuras de la música electrónica francesa (la French Touch) más que un espectáculo propiamente dicho.
El 26 de julio, con su desfile fluvial por y a lo largo del Sena, hasta los pies de la Torre Eiffel, para inaugurar los Juegos Olímpicos, el director artístico había puesto el listón muy alto. Repleto de ideas, entusiasmo y ritmo, este telegénico espectáculo de cuatro horas pintó un cuadro de una Francia benévola e integradora.
El encuentro entre la cantante Aya Nakamura y los músicos de la gendarmería de la Garde républicaine en el Puente de las Artes, la explosión sonora y visual del grupo de metal Gojira en las ventanas de la Conciergerie perdurarán en la memoria, al igual que la Marsellesa, todo menos marcial, cantada por la mezzosoprano Axelle Saint-Cirel. Y, sobre todo, la reaparición final de Céline Dion en el primer piso de la Dama de Hierro.
Otro éxito fue la inauguración de los Juegos Paralímpicos en la plaza de la Concordia, el 28 de agosto, con las impactantes imágenes de la coreografía de Alexander Ekman, que rinde homenaje a los bailarines discapacitados y celebra los cuerpos en toda su diversidad.
Récord de audiencia
El espectáculo del 26 de julio fue seguido en directo en Francia por 23,2 millones de telespectadores y repetido en diferido por 1,2 millones. La ceremonia de clausura, el 11 de agosto, atrajo a algo más de 17 millones de telespectadores.
En cuanto a los Juegos Paralímpicos, las cifras de audiencia no fueron tan buenas, como era de esperar, pero sí significativamente superiores a las de ediciones anteriores (10,2 millones de personas en la inauguración, el 28 de agosto, y 7,7 millones en la clausura, el domingo).
No se dispone de cifras de audiencia internacional. Lo mismo puede decirse del coste financiero de estas ceremonias.
El lado negativo
La lluvia perturbó la inauguración de los Juegos Olímpicos, obligando a los equipos artísticos a anular o modificar algunas actuaciones.
Pero fue sobre todo la filial del Comité Olímpico Internacional (COI) encargada de filmar los Juegos, OBS (Olympic Broadcasting Services), la que recibió críticas por la captación de imágenes. El propio Thomas Jolly consideró que el realizador se había “perdido muchos momentos”.
La OBS reconoció dificultades con la meteorología (los drones y los tres helicópteros previstos inicialmente no despegaron) y con la envergadura del espectáculo (el primero fuera de un estadio en la historia de los Juegos), pero negó que algo hubiera salido mal.
En la inauguración de los Juegos Paralímpicos, fue la grabación de sonido la que recibió críticas durante la primera parte del espectáculo, pero la OBS informó de que “se desarrolló sin problemas”.
La clausura futurista de los Juegos Olímpicos tuvo una acogida desigual por su tono muy sombrío. Los equipos artísticos habían imaginado una distopía destinada a mostrar la “fragilidad del mundo”. La prensa estadounidense la calificó de “triste resaca”, en contraste con la alegría de las dos semanas de competiciones que la precedieron.
La polémica
Durante la primera ceremonia, un retablo interpretado por drag queens fue criticado en todo el mundo por autoridades religiosas y políticos conservadores, que lo consideraron una referencia inapropiada a la Última Cena, la última cena de Cristo.
Los organizadores negaron haber querido burlarse de la religión cristiana, insistiendo en que habían querido representar una fiesta pagana y celebrar una ceremonia “que reconcilia”. “¿Cómo puede alguien creer que, en mi mente, haya podido haber algún deseo de burlarse de la religión católica, sabiendo que, en esta ceremonia, todo un retablo está dedicado a Notre-Dame de París?”, protestó Thomas Jolly el domingo por la noche.
Pero la secuencia le valió a Thomas Jolly y a la DJ Barbara Butch, activista feminista y lesbiana protagonista del cuadro, amenazas de muerte y una campaña de acoso en Internet, que están siendo investigadas por la justicia.
Según una fuente cercana a las investigaciones, los ataques fueron “muy concertados, muy bien preparados y muy sofisticados técnicamente”, y varios de los autores tomaron muchas “precauciones” (VPN, números virtuales). Algunos de ellos se encuentran “en el extranjero”.