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Contrabando de armas desde EEUU está detrás de la violencia en Haití

Desde hace tiempo, Haití ha estado plagada de armas de contrabando que llegan de otros países, con Estados Unidos como uno de los puntos más importantes de origen, según expertos

Barbecue, líder de la banda "G9 y Familia", junto a dos compañeros de la organización tras hablar con reporteros en el vecindario Delmas 6 de Puerto Príncipe, Haití, el 5 de marzo de 2024Odelyn Joseph

Semanas antes del último estallido de violencia en Haití, el autodenominado "rey" de una pandilla se declaró culpable en una corte estadounidense de traficar ametralladoras AK47 y un arma de calibre .50 a la nación más pobre de América.

"El departamento de Justicia perseguirá agresivamente con todas las herramientas a su disposición para hacer que rindan cuentas quienes contrabandean armas desde Estados Unidos y otros bienes controlados para beneficio de actores maliciosos", dijeron entonces los fiscales.

Pero mientras el conflicto se agrava entre la policía y las pandillas armadas que azotan Haití, la declaración de culpabilidad de Joly Germine, de 31 años, a finales de enero por contrabando de unas dos docenas de armas apenas hace mella sobre la violencia en el país.

Desde hace tiempo, Haití ha estado plagada de armas de contrabando que llegan de otros países, con Estados Unidos como uno de los puntos más importantes de origen, según expertos.

Es difícil de establecer la cantidad total, pero las autoridades reportan que solo una pequeña fracción de las cientos de miles de armas en el país son adquiridas de forma legal.

"La principal fuente de armas de fuego y municiones en Haití está en Estados Unidos, y en particular en Florida", de acuerdo con el informe 2023 de la agencia de la ONU para las drogas y el delito (UNODC).

Armas compradas legalmente en los estados con leyes flexibles sobre armamento están a menudo "escondidas en productos de consumo, equipos electrónicos, forros de ropa, comida congelada o incluso en los cascos de los cargueros", agregó.

Haití no tiene una industria de armas de fuego o de municiones y hay leyes que restringen la posesión legal.

Incluso con estas normas y con las restricciones de la ONU a la importación de armas hacia Haití, han probado ser insuficientes frente a los contrabandistas de Estados Unidos y las pandillas haitianas que atacan los puertos.

"¿Podrían las pandillas en Haití adquirirlas de alguna otra parte si las armas en Estados Unidos no estuvieran disponibles? Probablemente", dijo a la AFP Matt Schroeder, del grupo de investigación Small Arms Survey. "¿Sería fácil? Probablemente no".

Rifles en alta demanda 

El líder pandillero Jimmy "Barbecue" Cherizier, cuyos ataques ayudaron a que el primer ministro, Ariel Henry, prometiera dar un paso al costado, ha sido visto junto a sus cómplices con armas que parecen ser rifles Galil, M16 o rifles similares, de acuerdo con expertos que vieron las fotos publicadas por la AFP de Cherizier.

No está claro si Cherizier, un exoficial de policía, las obtuvo de forma legal o ilegal, sin embargo el reporte de la ONU destaca que "rifles de alto poder como los AK47, AR15 y Galil son cada vez más demandados por las pandillas".

"Las tasas de incautaciones indican que el porcentaje de armas ilegales en circulación (en Haití) que son rifles es mucho mayor que en el resto del Caribe", explicó Schroeder.

"Y eso refleja en parte la demanda y la capacidad deseada de los usuarios finales fuera de la ley", agregó al advertir que sigue siendo difícil precisar datos concretos, tanto sobre el número de armas como sobre sus países de origen, debido a su naturaleza ilegal.

El cargamento de armas de Germine era, de hecho, uno de los más grandes intentos de contrabando, lo que pone de manifiesto cuán difícil es tomar medidas cuando a menudo se trata de individuos que hacen dinero fácil pasando una o varias armas en envíos de carga, que de otra forma no serían más que envíos normales, indicó Schroeder.

El viernes en la mañana, habitantes de Puerto Príncipe habían puesto barricadas en las calles, en parte para protestar por las pandillas armadas que controlan el 80% de la capital, pero también para su propia protección.