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Egipcios reclaman la Piedra Rosetta al Museo Británico

Esta imagen sin fecha proporcionada por el Museo Británico muestra la Piedra Rosetta, la pieza central de una nueva exposición en el museo más grande de Londres que celebra el 200 aniversario de la traducción de la piedra, en el Museo Británico, Londres. (Museo Británico via AP)

Esta imagen sin fecha proporcionada por el Museo Británico muestra la Piedra Rosetta, la pieza central de una nueva exposición en el museo más grande de Londres que celebra el 200 aniversario de la traducción de la piedra, en el Museo Británico, Londres. (Museo Británico via AP)

El debate sobre la propiedad de las antigüedades es un desafío creciente para museos en Europa y Estados Unidos, y la atención se centra ahora en la pieza más visitada del Museo Británico: la Piedra Rosetta.

Las inscripciones en la piedra de granito negro permitieron un gran hito en la comprensión de los jeroglíficos egipcios antiguos, después de que fuerzas del Imperio Británico se la llevaran de Egipto en 1801.

Ahora, mientras el museo más grande de Gran Bretaña conmemora el bicentenario del desciframiento de los jeroglíficos, miles de egipcios reclaman la devolución de la piedra.

“Que el Museo Británico conserve la piedra es un símbolo de la violencia cultural occidental contra Egipto”, afirmó Monica Hanna, decana de la Academia Árabe de Ciencias, Tecnología y Transporte Marítimo, y organizadora de una de las dos peticiones que reclaman el regreso de la pieza.

La adquisición de la Piedra Rosetta está vinculada a las batallas entre los imperios británico y francés. Tras la ocupación militar de Egipto liderada por Napoleón Bonaparte, científicos franceses descubrieron la piedra en 1799 en la localidad norteña de Rashid, conocida por los franceses como Rosetta. Cuando fuerzas británicas derrotaron a las galas en Egipto, esa y otra docena de antigüedades fueron entregadas a los británicos según los términos del acuerdo de rendición alcanzado en 1801 por los generales de ambos bandos.

Desde entonces permanece en el Museo Británico.

La petición de Hanna, con 4.200 firmas, afirma que la piedra se sacó de forma ilegal y es un “botín de guerra”. Hay otra petición casi idéntica iniciada por Zahi Hawass, exministro egipcio de asuntos de antigüedades, con más de 100.000 firmas. Hawass argumenta que Egipto no opinó en el acuerdo de 1801.

El Museo Británico lo niega. En un comunicado, el centro dijo que el tratado de 1801 incluye la firma de un representante de Egipto. Se refiere a un almirante otomano que combatió junto a los británicos contra los franceses. El sultán otomano en Estambul era oficialmente el gobernante de Egipto en el momento de la invasión napoleónica.

El Museo también dijo que el gobierno egipcio no ha presentado una solicitud de que se devuelva la pieza. Añadió que hay 28 copias conocidas del mismo decreto grabado, 21 de las cuales permanecen en Egipto.

La disputa sobre la copia original deriva de su importancia única para la egiptología. La piedra, grabada en el siglo II antes de Cristo, contiene tres traducciones de un decreto sobre un acuerdo entre los entonces gobernantes ptolemaicos y una secta de sacerdotes egipcios. La primera inscripción está en jeroglíficos clásicos, la siguiente en una versión simplificada de los jeroglíficos conocida como demótico y la tercera en griego antiguo.

A través de los conocimientos existentes sobre ese último, los académicos pudieron descifrar los símbolos jeroglíficos. El egiptólogo francés Jean-François Champollion interpretó el lenguaje en 1822.

“Los académicos del siglo XVIII anterior aspiraban a encontrar un texto bilingüe escrito en un idioma conocido”, explicó Ilona Regulski, directora de Cultura Escrita Egipcia en el Museo Británico. Regulski es la comisaria principal de la exposición de invierno del museo, “Jeroglíficos, desbloqueando el Antiguo Egipto”, que conmemora el bicentenario del hito de Champollion.

La piedra es una de las más de 100.000 reliquias egipcias y sudanesas que alberga el Museo Británico. Un gran porcentaje se obtuvo durante el mandato colonial británico sobre la región entre 1883 y 1953.

Cada vez es más habitual que museos y coleccionistas devuelvan artefactos a su país de origen, con nuevos casos conocidos cada mes. A menudo son el resultado de un fallo judicial, mientras que otros casos son voluntarios y representan un acto de contricción por errores históricos.

El Museo Metropolitano de Nueva York devolvió 16 antigüedades a Egipto en septiembre después de que una investigación estadounidense concluyera que se habían traficado de forma ilegal. El Museo Horniman de Londres envió el lunes a Nigeria un lote de 72 objetos, incluidos 12 bronces de Benín, tras una petición de su gobierno.

Nicholas Donnell, abogado con sede en Boston especializado en casos de arte y antigüedades, dijo que no hay un marco legal internacional común para estas disputas. Si no hay pruebas claras de que una pieza se obtuvo de forma ilegal, la repatriación queda en gran parte a discreción del museo.

“Dado el tratado y la fecha, la Piedra Rosetta es una batalla legal difícil de ganar”, dijo Donnell.

El Museo Británico ha admitido que varios países han hecho solicitudes de repatriación, pero no dio detalles a The Associated Press sobre su número o situación. Tampoco confirmó si alguna vez ha repatriado una pieza de su colección.

Para Nigel Hetherington, arqueólogo y director general del foro académico Past Preserves, la falta de transparencia del museo sugiere otros motivos.

“Se trata de dinero, mantener la relevancia y el temor a que si se devuelven algunos objetos, la gente deje de ir”, afirmó.

Hace tiempo que los museos occidentales señalan a sus instalaciones de mejor calidad y su gran número de visitantes para justificar que conserven tesoros mundiales. El caos en Egipto tras el alzamiento de 2011 que derrocó al autócrata Hosni Mubarak coincidió con un aumento en el contrabando de antigüedades, que le costó al país unos 3.000 millones de dólares entre 2011 y 2013, según la Coalición de Antigüedades, con sede en Estados Unidos.

En 2015 se supo que trabajadores de limpieza del Museo Egipcio de El Cairo habían dañado la máscara funeraria del faraón Tutankamón al intentar recolocar la barba con pegamento.

Pero el gobierno del actual presidente, Abdul Fatá el Sisi, ha invertido mucho en sus antigüedades. Egipto ha reclamado con éxito miles de piezas que habían sido objeto de contrabando internacional y tiene previsto abrir un nuevo y moderno museo que pueda albergar decenas de miles de objetos. El Gran Museo Egipcio lleva más de una década en construcción y su apertura se ha retrasado varias veces.

Los abundantes monumentos antiguos de Egipto, como las pirámides de Giza y las colosales estatuas de Abu Simbel, en la frontera con Sudán, son un imán para una industria turística que ingresó 13.000 millones de dólares en 2021.

Para Hanna, el derecho de los egipcios a acceder a su propia historia debe ser la prioridad. “¿Cuántos egipcios pueden viajar a Londres o a Nueva York?", preguntó.

Las autoridades egipcias no respondieron a una petición de comentarios sobre la posición egipcia sobre la Piedra Rosetta u otras piezas egipcias expuestas fuera del país. Hawass y Hanna dijeron que no tenían grandes esperanzas en que el gobierno consiguiera su devolución.

“La Piedra Rosetta es el icono de la identidad egipcia”, dijo Hawass. “Emplearé los medios y a los intelectuales para decir al Museo (Británico) que no tienen derecho”.

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