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El papa pide una Iglesia "con hambre de compasión" frente a "la religión del tener y la apariencia"

"Qué triste es esta realidad aún hoy, cuando confundimos lo que somos con lo que tenemos, cuando juzgamos a las personas por la riqueza que tienen"

Foto de archivo. Fuente: Listín Diario.

Foto de archivo. Fuente: Listín Diario.

El papa abogó hoy por una Iglesia "con hambre de ternura y compasión" frente a "la religión del tener y la apariencia" que "domina la escena del mundo" durante la celebración de una misa en Matera (sur de Italia), adonde viajó para la clausura del Congreso Eucarístico de la Confederación Episcopal Italiana.

Francisco, cuyos problemas de movilidad por el dolor que sufre en la rodilla derecha le han obligado a anular algunos viajes, adelantó su visita debido a las malas condiciones meteorológicas que azotan todo el país y se trasladó en un Falcon 900 de la Fuerza Aérea hasta Bari, desde donde viajó en coche hasta Matera.

"Qué triste es esta realidad aún hoy, cuando confundimos lo que somos con lo que tenemos, cuando juzgamos a las personas por la riqueza que tienen, por los títulos que exhiben, los papeles que desempeñan o la marca de ropa que llevan. Es la religión del tener y la apariencia, que a menudo domina la escena en este mundo, pero que al final nos deja con las manos vacías", dijo.

Ante cientos de personas reunidas para escuchar la homilía de Francisco, además de los participantes en el Congreso, insistió: "El valor de mi vida no depende de lo que pueda presumir, ni disminuye cuando me enfrento a fracasos y contratiempos (...) el que adora a Dios no se convierte en esclavo de nadie".

"Nuestro futuro eterno depende de esta vida presente" y "si levantamos muros contra nuestros hermanos ahora, quedamos presos en la soledad y la muerte incluso luego", anotó.

Según el pontífice, "esta parábola sigue siendo historia en nuestros días: la las injusticias, las desigualdades, los recursos de la tierra mal repartidos, los abusos de los poderosos hacia los débiles, la indiferencia hacia el grito de los pobres, el abismo que cavamos cada día generando marginación, no puede dejarnos indiferentes".

Por eso, hay que "soñamos con una Iglesia así: eucarística. Hecha de mujeres y hombres que parten como el pan para todos los que mastican la soledad y la pobreza, para los que tienen hambre de ternura y de compasión, para aquellos cuyas vidas se desmoronan porque falta la buena levadura de la esperanza".

Una Iglesia "que sabe inclinarse con compasión ante las heridas de los que sufren, levantando a los pobres, enjugando las lágrimas de los que sufren, convirtiéndose en pan de esperanza y alegría para todos", añadió.

"Volvamos al sabor del pan para ser una Iglesia eucarística, que pone a Jesús en el centro y se convierte en pan de ternura y misericordia para todos", concluyó.

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