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En Beirut, padres en duelo se debaten entre rabia y desesperación

"Se puede aprender a vivir con la tristeza, pero hay una angustia y una rabia crecientes" por la falta de justicia

Paul y Tracy Naggear posan para una foto en su casa de Beit Mery, en las montañas del este de Beirut, el 1 de agosto de 2022, mientras sostienen un dibujo enmarcado de su difunta hija Alexandra, que murió en la explosión de agosto de 2020. Foto: Joseph Eid/AFP.

Paul y Tracy Naggear posan para una foto en su casa de Beit Mery, en las montañas del este de Beirut, el 1 de agosto de 2022, mientras sostienen un dibujo enmarcado de su difunta hija Alexandra, que murió en la explosión de agosto de 2020. Foto: Joseph Eid/AFP.

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Layal Abou Rahal/AFPBeit Mery, Líbano

Dos años después de perder a su hija Alexandra, de tres años, en la enorme explosión del puerto de Beirut, Paul y Tracy Naggear viven con dolor y una creciente rabia por la parálisis de la investigación.

"Se puede aprender a vivir con la tristeza, pero hay una angustia y una rabia crecientes" por la falta de justicia, dijo a la AFP Tracy, la madre de Alexandra, cuando se acerca el aniversario de la tragedia, el jueves.

El 4 de agosto de 2020, la vida de la pareja dio un vuelco cuando una enorme explosión mató a más de 200 personas, hirió a 6,500 y destruyó miles de edificios.

Desde entonces, Paul y Tracy Naggear se han embarcado en una larga y ardua búsqueda de justicia en un país gobernado por una clase política que lleva décadas sin cambiar y a la que se acusa de corrupción, inercia e incompetencia.

Al igual que cientos de familiares de las víctimas, no han recibido respuestas de sus dirigentes sobre la presencia de las toneladas de nitrato de amonio almacenadas sin precaución que provocaron la explosión.

Y con las investigaciones, paralizadas desde finales de 2021 debido a la obstrucción política, no se ha juzgado a ningún funcionario.

El investigador principal, Tarek Bitar, que estaba procesando a algunos altos funcionarios, no pudo continuar su trabajo por demandas presentadas contra él.

El poderoso movimiento armado Hezbolá, un peso pesado en la política libanesa, le acusó de parcialidad y pidió su sustitución.

"Agotador"

"Al principio, teníamos esperanza porque la gente estaba con nosotros y se manifestaba con nosotros (...) pero ahora nos sentimos solos", dijo Tracy, de 36 años, que se trasladó con su marido a la montaña de Beit Mery, al este de Beirut.

"Esta tragedia es la causa de un país, no la causa" de las familias de las víctimas únicamente, añadió.

"Es agotador vivir en un país donde la justicia no existe", añade Paul Naggear.

"El criminal no se juzga a sí mismo", continúa el afligido padre, refiriéndose a la clase política a la que muchos libaneses acusan de "complicidad" y negligencia en la explosión.

La tragedia dio en su momento un nuevo impulso al levantamiento popular iniciado en octubre de 2019 contra los políticos, acusados de ser responsables de la crisis económica sin precedentes de Líbano.

Durante varios días, hubo enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad, pero la protesta se fue desvaneciendo ante el empeoramiento de la situación económica y la pandemia de coronavirus.

Ahora Paul Naggear cree que solo se puede hacer justicia mediante una investigación internacional.

En junio de 2021, más de cincuenta organizaciones libanesas e internacionales, junto con las familias de las víctimas, pidieron al Consejo de Derechos Humanos de la ONU que "establezca una misión de investigación internacional, independiente e imparcial". En vano.

Hasta la muerte

Bajo el impulso de su líder de entonces, el diputado y abogado libanés Melhem Khalaf, el colegio de abogados de Beirut presentó una demanda contra el Estado libanés en nombre de un colectivo de 1,200 víctimas de la explosión.

Pero las investigaciones también están suspendidas.

Varios factores internos y externos han dificultado la investigación, entre ellos "la politización del caso", explica Khalaf.

Varios países, entre ellos Estados Unidos y Francia, no han respondido a las peticiones de Líbano para que proporcionen imágenes por satélite del momento de la explosión, y la justicia libanesa aún no ha recibido los informes finales de los expertos extranjeros que participaron en las investigaciones preliminares.

Esto refleja "un deseo de obstruir", dice Khalaf.

Con la esperanza de que algún día se haga justicia, Tracy y Paul Naggear quieren que su hijo Axel, nacido en marzo, participe en su misión.

"Lucharemos por la justicia y la verdad hasta que muramos", insiste Tracy. "Y si morimos sin conseguirlo, me gustaría que Axel recogiera la antorcha".