Un muerto por deslave en las afueras de la Ciudad de México
Una sección de una pequeña montaña situada en las afueras de la Ciudad de México se desplomó el viernes, arrojando rocas del tamaño de pequeñas casas sobre un barrio densamente poblado, lo que causó la muerte de por lo menos una persona. Otras 10 se reportan como desaparecidas.
Los bomberos escalaron una pila de rocas de tres pisos de altura que parecía haber aplastado algunas viviendas en Tlalnepantla, que forma parte del Estado de México, el cual circunda a la capital del país por tres costados.
Conforme los rescatistas ascendían por la enorme pila de escombros, en ocasiones elevaban sus puños al aire, una señal ya familiar para solicitar silencio con el fin de poder escuchar posibles señales de vida de gente atrapada. Bomberos y voluntarios formaron cadenas para pasarse baldes con escombros a medida que excavaban.
“En este momento nuestra prioridad está concentrada en rescatar a las personas que lamentablemente fueron sorprendidos en el lugar de los hechos”, dijo el presidente municipal de Tlalnepantla, Raciel Pérez Cruz, en un mensaje por video. Las autoridades evacuaron las casas vecinas y pidieron a las personas evitar la zona para facilitar el trabajo de los rescatistas.
Éstos pasaron cargando una camilla con un cadáver cubierto con una sábana junto a los periodistas de The Associated Press. La oficina de Protección Civil del Estado de México informó en un comunicado que había al menos 10 personas desaparecidas.
Entre los voluntarios estaban el trabajador de la construcción Martín Carmona, de 30 años, y su hijo de 14.
“Nos organizaron en cadena para sacar botes de arena, piedra y cascajo (escombros)”, dijo Carmona. “Un compañero de trabajo vive ahí. Tiene a su esposa y dos hijos pequeños debajo de las escombros”.
Carmona y su hijo llegaron a la pila antes que los rescatistas del gobierno, y su amigo ya estaba allí excavando en busca de su esposa y sus hijos.
Los vecinos comenzaron a quejarse de que necesitan más ayuda y organización.
Carmona dijo que los rescatistas escucharon a niños, pero después de dos horas de retirar escombros, las autoridades les pidieron a los voluntarios que se retiraran. Sólo se quedaron los parientes para ayudar a los rescatistas.
Algunos perros de búsqueda revisaban los escombros junto con sus manejadores.
Ana Luisa Borges, de 39 años, dijo que vive a sólo tres casas de donde están las que fueron alcanzadas por el deslave.
“Tronó muy feo”, recordó. “Agarré a mi hijo pequeño y salí corriendo (de la casa). Luego se vino una polvareda muy grande”. Afortunadamente, sus otros cuatro hijos estaban en la escuela.
“Ahí hay varias casas”, indicó, refiriéndose al lugar donde ocurrió el alud. “Había como un edificio, pero nos dicen que queda gente ahí y niños. Yo vi salir a una persona herida en la cabeza”.
Borges dijo que ya les advirtieron que podría caer otra roca. Desconoce dónde dormirán esta noche.
“Sólo nos han dicho que tenemos que desalojar” nuestras viviendas, manifestó.
Las autoridades de Tlalnepantla anunciaron que estaban abriendo varios albergues para los desplazados.
El vecindario es un conjunto de casas desordenadas que ocupan la ladera de la montaña, muchas de ellas con tejados de lámina, separadas en algunos lugares sólo por una empinada escalera.
Una enorme roca se detuvo contra una casa de dos pisos casi del mismo tamaño, derribando la pared frontal y derramando el contenido de la casa en la calle. Un camino de destrucción se trazaba cuesta arriba.
Maximino Andrade, quien vive con sus padres y hermanos —14 familiares en total— cerca de donde ocurrió el deslave, descendía la empinada calle empujando una carretilla con una televisión de pantalla plana. No estaba en casa cuando cayó el alud, pero teme que los ladrones ingresen ahora que las viviendas de los alrededores han sido desalojadas.
Ya han “empezado a robar en las casas derruidas”, advirtió.
Elementos de la Guardia Nacional y rescatistas con sogas avanzaban a través de las angostas calles.
Las imágenes de la zona mostraban un segmento verde de la escarpada ladera del llamado cerro del Chiquihuite sobre un conjunto de escombros de gran tamaño, con casas muy cerca en ambos lados.
El gobernador mexiquense Alfredo del Mazo dijo en Twitter que las autoridades locales, estatales y federales estaban coordinándose para proteger la zona en caso de más derrumbes y para retirar escombros con el fin de localizar a posibles víctimas.
El desprendimiento de tierra ocurrió después de varios días de intensas lluvias en el centro de México y de un terremoto de magnitud 7,0 que se produjo el martes por la noche, con epicentro cerca de Acapulco, el cual remeció los edificios de la Ciudad de México, situada a 320 kilómetros (200 millas) de distancia.