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Filadelfia, la ciudad negra que acabó con Trump, se va de vacaciones

Los "Moteros por Trump" ya no tienen el humor de hace unos años.

Edward Wavier Yong, uno de los seguidores del presidente Trump, protesta hoy, frente al Centro de Convenciones de Pensilvania, en el centro de Filadelfia (EEUU). Música, gente bailando al ritmo de tambores y policía: frente al centro de Convenciones de Filadelfia (Pensilvania), donde se terminan de contar los votos de este estado bisagra que podría decantar la batalla electoral por la presidencia, parece que se está celebrando una fiesta. A apenas cinco metros de la celebración, justo en la puerta del Centro de Convenciones, un centenar de seguidores de Trump blanden en silencio banderas del presidente y su lema "Make America Great Again" (volvamos a hacer Estados Unidos grande de nuevo). EFE/ Jorge Fuentelsaz

Edward Wavier Yong, uno de los seguidores del presidente Trump, protesta hoy, frente al Centro de Convenciones de Pensilvania, en el centro de Filadelfia (EEUU). Música, gente bailando al ritmo de tambores y policía: frente al centro de Convenciones de Filadelfia (Pensilvania), donde se terminan de contar los votos de este estado bisagra que podría decantar la batalla electoral por la presidencia, parece que se está celebrando una fiesta. A apenas cinco metros de la celebración, justo en la puerta del Centro de Convenciones, un centenar de seguidores de Trump blanden en silencio banderas del presidente y su lema "Make America Great Again" (volvamos a hacer Estados Unidos grande de nuevo). EFE/ Jorge Fuentelsaz

Filadelfia, la ciudad negra que acabó con la presidencia de Donald Trump, se regocija este domingo de haber inclinado la balanza en Pensilvania, el estado clave de estas elecciones, a favor del demócrata y presidente electo, Joe Biden, y haber dado así el mayor zasca a un político que insultó y menospreció a sus ciudadanos y parece un recuerdo pasado de una guerra que hasta hace unas horas arreciaba en sus calles.

Los "Moteros por Trump" ya no tienen el humor de hace unos años, cuando aparecían en el National Mall de Washington o en los mítines del presidente saliente ufanos y con ganas de hablar de las bondades de un mandatario mesiánico. Hoy se concentran frente al Centro de Convenciones de Filadelfia, cercados por la policía, mientras rechazan con refunfuño cualquier conversación con "el enemigo del pueblo": los medios.

Frente a ellos, un grupo de curiosos a ratos les insulta; a ratos los observa con media sonrisa. Nada haría pensar que hasta hace solo 24 horas este edificio era el centro de atención del país. Aquí se contaron los últimos votos que dieron al demócrata Joe Biden la presidencia de Estados Unidos, y la mayoría de esas papeletas fueron depositadas por los habitantes de una ciudad de mayoría negra, hispana e inmigrante.

Con sus votos, Philadelphia dio la vuelta al estado de Pensilvania, concedió los definitivos 270 votos del Colegio Electoral a Biden y se convirtió así en la tumba política de Donald Trump, pese a que para ello han sido necesarios cuatro días de agónico conteo.

FINAL CÓMICO

Los últimos días de Trump en Filadelfia fueron un sainete, con el "perro de presa" del presidente, el exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani, pidiendo el sábado que se detuviera el recuento y se tomaran en serio las acusaciones de fraude sin base del presidente en una rueda de prensa improvisada frente a un negocio de jardinería en el decadente puerto de la ciudad, a tiro de piedra de un "sex shop" y un crematorio.

Esa escena fue el último grito y el final de casi cuatro años de presidencia de Trump, que ha llamado a esta ciudad "corrupta", "anarquista", "fuera de control" y en la que aún no se han recuperado de meses de disturbios contra la violencia policial y el racismo y la constante presencia de la pandemia en los barrios más pobres.

Frente a la concentración de seguidores que se han expuesto a recibir insultos ocasionales por defender a Trump y sus acusaciones de fraude se han concentrado varios jóvenes negros.

"Estoy contento de que se vaya Trump. Cuatro años han sido ya demasiados. No creo que vaya a ser un proceso de transición fácil, pero estoy orgulloso de que mi ciudad le haya dado la última patada en el culo", explica en entrevista con Efe Josh Salomon.

"La salida de Trump es como una bocanada de aire fresco, estoy emocionado", asegura James Williams, un joven afroamericano que vende unas camisetas con el diseño "¡Que te den, Trump!".

Este domingo Trump parece un recuerdo lejano. Es un día anormalmente primaveral y la gente está en la calle, come helados y pasea. Los agentes antidisturbios cenan bocadillos y charlan en las mesas colocadas al aire libre cerca del ayuntamiento junto a familias enteras, desatendiendo por momentos los cascos y las porras que amontonan en el suelo.

VACACIONES POR ADELANTADO

Filadelfia ha dado comienzo por adelantado a la época vacacional que inicia el Día de Acción de Gracias dentro de dos semanas. Los niños patinan en una pista de hielo que se acaba de inaugurar hoy y algunos aún se tienen que desprender del confeti de la fiesta por la derrota de Trump de anoche de la suela de los zapatos.

Después de días de suspense, tensión y protestas, en la ciudad reina la paz, apuntalada por la certeza del fin de presidencia de Trump en enero. El 90 % de los votos negros fueron a Biden el martes y el demócrata lo agradeció en su discurso de victoria del sábado.

A pocos metros del ayuntamiento, la división que aún persiste en este país es visible con la concentración de la decena de simpatizantes de Trump que reproducen en altavoces sus discursos frente al Centro de Convenciones.

Pero a Trump no se le escucha desde el pasado martes por la noche, ahora solo juega al golf o grita "fraude" por Twitter y las opiniones que más se escuchan en Filadelfia son como las Tiffany: "¡Se siente uno muy bien, mi negro!".