Coronavirus

El Halloween del coronavirus

Las mascarillas y tapabocas poblarán las celebraciones de Halloween el año de la pandemia. EFE/EPA/TATYANA ZENKOVICH

La celebración de la noche de Halloween y el Día de los Muertos este año van a ser diferentes porque muchos de los miedos que se frivolizan y con los que se suele ‘jugar’ en estas festividades se han hecho realidad (o casi) este 2020, cuando lo mortífero, lo desconocido y lo incontrolable, llamaron a nuestras puertas.

“Cada persona afrontará el 31 de octubre y el 1 de noviembre influenciada, tanto por las experiencias que tuvo o esté teniendo durante la crisis sanitaria, como por los miedos surgidos de hechos de su infancia, cuyo impacto emocional recibió pero que no le fueron explicados, quedando así anclados en su subconsciente”, explica a Efe la psicóloga clínica Margarita García Marqués (www.centrohara.es).

“Es que la sensación de angustia e inquietud que provocaron en la niñez algunas situaciones familiares vividas pero no entendidas, como la muerte de un pariente o un lapso de escasez económica, afloran en algunas personas durante la crisis de la COVID-19 en forma de miedo exagerado a la muerte, a lo desconocido y a lo que no se puede controlar”, apunta.

“Teniendo en cuenta la cantidad de gente que ha fallecido y que Halloween es una noche en la que hay una conexión especial con la gente que se nos fue, es probable que haya más familias que se sientan en contacto con la gente que está en ‘el otro mundo’ o sientan una mayor sensibilidad hacia todo lo asociado al final de la vida”, señala García Marqués.

“Al haber más familias con pérdidas y haber muerto mucha gente por esta pandemia, quizá la celebración de Halloween este año ‘remueva’ psicológica y emocionalmente a la gente más que en años anteriores, pero también habrá quienes encontrarán un lado ‘divertido’ de la COVID-19 o se disfrazarán de coronavirus, para hacer las típicas bromas con la muerte”, adelanta.

En las sociedades con mayor calidad de vida, donde se fallece debido a dolencias del corazón y accidentes de tráfico, las personas perciben la muerte como más alejada o sienten que están más protegidos de ella, pero cada tanto aparecen flagelos como el SIDA, el Ébola o el coronavirus SARS-COV-2 que nos muestran la fragilidad humana”, señala García Marqués.

Explica que a algunas personas esta crisis les despertó el miedo a la muerte, a contagiarse, a enfermar o a tocar a otros, “son miedos con una base real, porque el virus se trasmite en la cercanía física y por contacto, pero en algunos fueron desproporcionados, porque los reconectaron con vivencias infantiles atemorizantes ancladas en su subconsciente”, apunta.

La COVID-19 ha hecho aflorar el miedo a lo desconocido acompañado de fantasías que, en muchos casos, “asustan más que la realidad, porque hay muchos aspectos de este virus, como su origen y trasmisión, y sus repercusiones en la salud o distintas partes del organismo, que aún no están claras del todo o se ignoran”, según esta psicóloga.

“La pandemia también sacó a la luz el miedo a aquello sobre lo que no tenemos control, alimentado por la posibilidad incierta de que podamos contagiarnos o contagiar a nuestros seres queridos, o incluso que alguno de ellos pueda enfermar de gravedad por el virus o incluso que fallezca, o a que la muerte nos tome a nosotros mismos”, asegura García Marqués.

Esta psicóloga comparte con algunas reflexiones esperanzadoras para afrontar los miedos que nos despierta el coronavirus, con los que nos encontraremos de frente en Halloween, la gran festividad de la muerte:.

SIN MIEDO A LA MUERTE

“Si no creemos que después de esta vida haya otra, la muerte simplemente es el final, que también termina con el sufrimiento y el dolor, pero si creemos que existe otra vida después de esta, podemos percibir la muerte como un cambio, una transformación, un renacer”, señala García Marqués.

“A lo largo de nuestra vida hemos estado rodeados de distintas muertes, de las cuales hemos renacido simbólicamente y salido fortalecidos. Algunas fueron reales, como personas cercanas, conocidas o queridas, o fallecidos más menos lejanos que conocimos por distintos medios, y otras subjetivas, como las pérdidas, cambios o reveses importantes que hemos sufrido y motivaron un duelo psicológico y emocional”, explica esta psicóloga.

SIN MIEDO A LO DESCONOCIDO

“Lo desconocido es algo que no sabemos cómo funciona, ni como nos va afectar, algo que no podemos manejar, pero siempre es un reto, una circunstancia que nos puede ayudar a avanzar y a transformarnos, a no quedarnos en lo de siempre, lo conocido”, enfatiza García Marqués.

Destaca que “aunque al principio aquello que desconocemos puede contrariarnos o intimidarnos al sacarnos de nuestra zona de comodidad, finalmente nos ayuda a evolucionar y desarrollarnos como personas. ¡Lo desconocido nos ayuda a crecer!”.

SIN MIEDO A LO QUE NO PODEMOS CONTROLAR

“Este miedo tiene que ver con los dos miedos anteriores, a la muerte y a lo desconocido”, explica García Marqués, advirtiendo que “cuando peleamos o luchamos contra aquello que está fuera de nuestro control, cuando nos amargamos y nos ponemos iracundos y dañamos a otras personas que están cerca nuestro, eso no ayuda ni hace bien a nadie”.

“Hay muchas situaciones y hechos que están fuera de nuestras manos, pero en vez de combatirlas, podemos aprender a confiar en la vida y a dejarnos llevar por ella y a fluir con lo aquello que va llegando, en lugar de intentar tener tanto control y de dominarlo todo”, concluye.