México se reactiva y existe la preocupación de que sea demasiado pronto
Mercados callejeros abarrotados. Bulliciosas estaciones de metro. Aceras repletas. Y claramente, menos personas con mascarilla.
México está comenzando a trajinar otra vez a medida que el país se reabre gradualmente después de una cuarentena que golpeó su economía. Pero muchos mexicanos, incluidos expertos médicos, están preocupados de que la medida haya llegado demasiado pronto, y que provoque más enfermedades y muertes durante una pandemia que no se ha controlado en México y va aumentando en toda América Latina.
“La mayoría de la gente piensa, por el mensaje del gobierno, que lo peor de la epidemia ya pasó”, dijo Francisco Moreno, quien dirige la unidad COVID en el Centro Médico ABC, uno de los principales hospitales privados de Ciudad de México.
“Estamos por alcanzar el punto más alto de la epidemia”, agregó, explicando que el centro está tan lleno que ha tenido que rechazar a pacientes, a pesar de haber duplicado su capacidad en las últimas semanas.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha luchado por equilibrar una respuesta al coronavirus con las necesidades económicas de un país en el que más de la mitad de la población vive al día y trabaja en empleos informales, sin una red de seguridad.
Al principio, López Obrador restó importancia a la gravedad de la amenaza del coronavirus, permitiendo que continuasen los torneos de fútbol, los conciertos y los preparativos para la concurrida temporada turística de primavera incluso cuando los países vecinos cerraron.
Una vez que los casos comenzaron a aumentar, a fines de marzo, una medida de confinamiento entró en vigencia, pero en abril el presidente declaró que la enfermedad estaba bajo control.
Sin embargo, un análisis de The New York Times descubrió más tarde que el gobierno mexicano no estaba reportando el número real de víctimas mortales del virus.
Esta semana López Obrador marcó el final del periodo recomendado de distanciamiento social al embarcarse en una gira por seis estados.
“Tenemos que ir hacia la nueva normalidad porque esto lo necesita la economía nacional, el bienestar de nuestro pueblo”, dijo durante una parada en Cancún. “Necesitamos ir poco a poco normalizando las actividades productivas, sociales, económicas, culturales. Repito, con cuidado”.
El zar del coronavirus en México, Hugo López-Gatell, enfatizó que la apertura era gradual, limitada a las comunidades libres del virus, las industrias de la minería, la construcción y los automóviles, y miles de negocios seleccionados.
Pero la relajación de las restricciones llega en un momento en que la enfermedad parece estar alcanzando su punto máximo. El miércoles, México reportó 1092 muertes, la cifra diaria más alta hasta la fecha, aunque el gobierno de López Obrador dijo que el aumento fue causado por un retraso administrativo en notificar las muertes. Para el jueves, el número total de muertos en el país era de 12.545.
Los expertos advierten que el movimiento para reabrir podría intensificar la permanencia de la enfermedad en el país.
Un informe publicado el 12 de mayo por el Instituto de Medición y Evaluación de la Salud en la Universidad de Washington proyectó que México podría sufrir hasta 16.795 muertes por COVID-19 hasta principios de agosto.
Rafael Lozano, uno de los autores del informe, ahora dice que están revisando el pronóstico debido a que esperan un pico de casos a partir de la relajación de las restricciones, y que podría llegar de 43.000 a 51.000 muertes para fines del verano.
“Es un pronóstico muy difícil, y todavía está creciendo”, dijo Lozano.
Dado que muchos hospitales en la Ciudad de México estánoperando a plena capacidad, los funcionarios de salud cuestionaron la capacidad del sistema para seguir trabajando a este ritmo indefinidamente.
“Estoy preocupado por el agotamiento”, dijo Moreno. “Las enfermeras de cuidados intensivos, los médicos, todos se están cansando, y algunas personas se enferman porque están cansadas y no siguen muy bien el protocolo”.
Los trabajadores de atención médica de primera línea en México se han enfermado de la COVID-19 a unas de las tasas más altas del mundo, con graves consecuencias para ellos y sus pacientes.
Muchos gobiernos locales rechazaron el llamado a la reapertura, y dijeron que se sentían más seguros esperando. En Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, la jefa de gobierno, dijo que los residentes todavía tenían que usar mascarillas en público y anunció que la ciudad aumentaría las pruebas para COVID-19, incluidas las personas que son asintomáticas.
Numerosos funcionarios mexicanos temen que el mensaje de López Obrador de que el país debería reabrir con precaución no será atendido por la mayoría de una población ansiosa por regresar rápidamente al trabajo.
Juan Hugo de la Rosa, alcalde de Nezahualcóyotl, un municipio pobre y densamente poblado que ha sido muy golpeado por la epidemia, dijo que el movimiento de personas en las calles se ha incrementado sustancialmente desde que se redujeron las restricciones el 1 de junio.
Hubiera preferido retrasar la apertura hasta después del pico del contagio, aunque eso significase más penurias económicas a corto plazo, dijo.
“Esta situación, sin duda, va a provocar una prolongación en los tiempos y mayor afectación, sobre todo, de la economía de las familias en el municipio”, dijo De la Rosa, quien agregó que la mayoría de los 1,2 millones de residentes de la ciudad tenían empleos informales.
Juana Parada Flores, una indígena mazahua que vende útiles escolares en un atestado mercado en Ciudad de México, y cuyo padre murió de la COVID-19, llamó el regreso a la normalidad de “ilógico”.
“Donde el gobierno va a hacer eso, ahorita va a expandir más la epidemia”, dijo. “Porque todos vamos a empezar a salir como locos, por la necesidad”.