AUSTRALIA

Pese a fuego en Australia podrían haber sobrevivido especies

Macho de walabí de las rocas antes de los incendios en 2019. Foto: AP.

Macho de walabí de las rocas antes de los incendios en 2019. Foto: AP.

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AP/Christina Larson y Matthew BrownSanto Domingo

Gran parte de Australia todavía está en llamas en una temporada de incendios forestales sin precedentes que ya ha carbonizado un área casi del tamaño de Guatemala.

Los científicos temen que algunas de las especies en peligro de extinción de Australia, algunas únicas y coloridas, no se recuperen. Ahora están buscando sobrevivientes de especies raras, y ayudan a las criaturas amenazadas a obtener suficiente comida y agua en los bosques recientemente quemados.

Por su parte, los emblemáticos koalas no están ahora en peligro inminente de extinción, pero a los científicos les preocupa que el hábitat del marsupial haya sido reducido en gran medida por los incendios forestales. Los científicos dicen que el cambio climático está haciendo que los incendios forestales masivos sean más comunes.

Los incendios forestales sin precedentes de Australia han carbonizado hasta ahora 104.000 kilómetros cuadrados (40.000 millas cuadradas) de matorrales, selvas tropicales y parques nacionales, matando según una estimación, más de mil millones de animales salvajes. A manera de comparación, Guatemala tiene 108.889 kilómetros cuadrados (42.042 millas cuadradas).

En los sitios donde las llamas han disminuido, los biólogos comienzan a buscar ejemplares sobrevivientes, con la esperanza de que puedan encontrar individuos de algunas especies raras y en peligro de extinción para reconstruir sus poblaciones.

Es una tarea sombría para una nación que se enorgullece de su diversa vida silvestre, incluidas las criaturas que no se encuentran en ningún otro lugar del planeta, como los koalas, los canguros y los walabíes.

“No creo que hayamos visto un solo evento en Australia que haya destruido tanto hábitat y haya llevado a tantas criaturas al borde de la extinción”, dijo Kingsley Dixon, ecologista de la Universidad de Curtin en Perth.

No mucho después de que los incendios forestales pasaron por el Parque Nacional Oxley Wild Rivers en Nueva Gales del Sur, el ecologista Guy Ballard se dispuso a buscar walabíes de las rocas, pequeños marsupiales que parecen canguros en miniatura, con largas colas flexibles y peludas. A menudo se aferran a las rocas grandes, sus escondites preferidos.

Antes de esta temporada de incendios, los científicos calculaban que quedaban apenas 15.000 ejemplares en estado salvaje. Ahora, los recientes incendios en una región ya afectada por la sequía han quemado parte de su último hábitat, y la especie está en peligro de desaparecer, dijo Ballard.

En años anteriores, su equipo identificó un puñado de colonias dentro del parque nacional. Después de los incendios recientes, encontraron tocones de árboles humeantes y animales muertos.

“Fue simplemente devastador”, dijo Ballard. “Se podían oler los animales muertos en las rocas”.

Sin embargo, su equipo descubrió que algunos walabíes seguían vivos. “Todo lo que puedes hacer es concentrarte en los sobrevivientes”, dijo.

Los bosques y la vida silvestre de Australia evolucionaron junto con los incendios forestales periódicos. Lo que es diferente este año es la vasta extensión de tierra quemada, en un contexto de sequía y temperaturas abrasadoras atribuidas al cambio climático. El año pasado, uno de los más secos en más de un siglo, vio temperaturas que rutinariamente superaban los 40 grados centígrados (104 grados Fahrenheit).

No todos los animales perecerán en las llamas. Algunos pueden refugiarse en las grietas de las rocas o esconderse en madrigueras subterráneas. Sin embargo, cuando los sobrevivientes emergen a un páramo abrasado por el fuego, se enfrentan al hambre, la sed y a depredadores no nativos, como los zorros y los gatos salvajes, que fueron introducidos por el ser humano.

Desde que los incendios arrasaron partes del Parque Nacional de Oxley Wild Rivers hace casi dos meses, ha habido poca lluvia y ningún brote de verdor.

Así que Ballard y su equipo han recorrido el bosque cubierto de cenizas llevando agua y sacos de camotes (batatas), zanahorias y bolitas de comida preparada artificialmente.

“Quedan tan pocos que, con una especie tan rara, cada individuo cuenta”, afirmó.