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COP16: República Dominicana ratifica su compromiso con la biodiversidad
¿Qué logros presenta el país como parte de los compromisos adoptados en el Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal, en la COP15??
Para el viceministro de Áreas Protegidas y Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente, Carlos Batista, pese a las debilidades que persisten, República Dominicana asume como una política de Estado la protección de su biodiversidad.
En este trabajo, se aseguran de que cada proyecto o programa a ejecutar cuente con el acompañamiento de la sociedad civil.
Mostrar los avances obtenidos forma parte de las propuestas que República Dominicana trae a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP16), tomando como referencia las metas asumidas con el Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal, adoptado en la COP15 (2022).
Este marco es un plan estratégico que sugiere y define los objetivos y metas a seguir por los países para detener y revertir la pérdida de biodiversidad para el año 2030.
Batista compartió esos avances en el Encuentro Verde de Listín Diario, previo a la celebración de la cumbre mundial que reúne en la ciudad de Cali, Colombia, a delegaciones de 193 países.
Uno de los principales avances, dice Batista, es que ha habido un reconocimiento de los problemas y se ha mostrado interés, por parte del Estado, en buscarles soluciones.
“Hemos mejorado en la formulación del diagnóstico; tenemos un buen documento que nos dice los puntos que tenemos que mejorar como país e identificar las iniciativas que tenemos que implementar. Es un tema de estrategia nacional que ahora está escrito y tiene números. Antes estaba, pero más en teoría. Dentro de los compromisos, cumplimos el porcentaje de protección del 30% del área marítima, fuimos el séptimo país del mundo en hacerlo; hay más vigilancia y se involucra más a la sociedad civil”.
Con los compromisos firmados en la cumbre de Montreal se hizo la actualización de la Estrategia Nacional de Biodiversidad.
“Pudimos cumplir con la mayoría de los puntos. De ahí se parte para decir que desde el punto de vista de ese compromiso estamos bien encaminados”, considera Batista.
RECURSOS PARA INVESTIGAR
La importancia que está teniendo el tema de la biodiversidad a nivel mundial obliga al país a sumarse al cambio, sostiene Batista.
Se ha mejorado mucho, por ejemplo, en investigaciones propias y financiamiento.
“Nuestro país tiene una tradición de muchos años de investigación, de estudios y trabajo de campo al que no se le daba la visibilidad que debería tener. Antes, era el Estado o la sociedad civil los que buscaban los fondos. Ahora, la financiación internacional permite que se ejecuten nuevos estudios que permiten, a su vez, que se siga protegiendo la biodiversidad”.
Tras un acuerdo histórico, el Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal de 2022 establece mecanismos de financiamiento para los países más vulnerables y en vías de desarrollo. República Dominicana los ha recibido.
“Estos fondos se reciben a través de los proyectos que se proponen o los mecanismos de financiación que se formulan, pero para nada es lo que se promete”, expone Batista.
Y lo explica de esta forma: “Los países que tienen capacidad de financiamiento hacen un compromiso, pero esos mismos países ya están sufriendo el impacto del cambio climático y la pérdida de biodiversidad en sus territorios; entonces han cortado fondos de financiación. Podemos formular proyectos, pero va a haber una distribución no equitativa de los fondos porque ya somos más los que estamos necesitando financiación. Además, ahora nosotros somos una economía de ingresos medios y se entiende que no necesitamos tanto como antes”.
La mayoría de los fondos recibidos se destinan a proyectos de investigación. Actualmente se solicitan muchos permisos para hacer investigaciones en el área de recursos genéticos, sigue Batista.
“Hay que entender que este cambio en la gestión tiene una repercusión a largo plazo; todavía la mayoría de los proyectos que existen vienen por iniciativa de la sociedad civil, pero ha estado cambiando en cierta forma; ahora hay financiamiento, hay otros tipos de incentivos”.
“Y llegan muchos acuerdos con ONG internacionales para investigaciones porque nosotros tenemos una biodiversidad muy particular, por ser parte de una isla. Los fondos no son suficientes, pero han llegado y lo agradecemos”.
Indica que estas investigaciones, aunque sean propias del Ministerio, siempre tienen un acompañamiento de la sociedad civil. “Sin ellos no hay forma de hacerlo”.
También hay avances en la gobernanza y en el apoyo de las comunidades.
De acuerdo con Batista, anteriormente las conversaciones con las comunidades eran estériles o bajo coerción. “Ahora, cuando vas y conversas con ellos, producto de tanto trabajo, hay cierto entendimiento. Ahora puedo ir con proyectos que cambian su modo de vida y hacen más sostenible la zona. La gente ya está entendiendo que nuestra culebra, la boa endémica, no es un pájaro malo que hay que matar”.
El programa “Rescate flamenco”, el proyecto de liberación (y censo) de manatíes, los proyectos de acceso a los recursos genéticos, la aceptación de Madres de las Aguas como nueva reserva de la Biosfera, el programa de rescate de especies florales endémicas y las nuevas iniciativas para regular la cacería, son algunos ejemplos concretos de lo que se hace desde el Estado con el apoyo de la sociedad civil en conservación de la biodiversidad.
¿QUÉ ESPERAR EN LA COP16?
Los acuerdos asumidos se van a ratificar en la COP16, adelanta el ingeniero industrial y ambientalista.
“A una parte se le da seguimiento; vienen los esquemas de negociación, los nuevos acuerdos y compromisos a asumir: qué se ratifica en base a lo que como país hemos cumplido y reportado y eso abre nuevas puertas para nuevos proyectos y nuevas vías de financiación para seguir haciendo lo propio en nuestro país, porque de que necesitamos muchísimo, necesitamos. Si no tengo evidencia científica de muchas de las cosas que nos están afectando, ¿cómo vamos a formular políticas para buscarles solución? A esta altura de juego todavía estamos descubriendo nuevas especies en la isla”.
Como ejemplo, refiere que del solenodonte y la jutía, además de la población más saludable conocida en la región sur, se han reportado ejemplares en el Parque Nacional Cotubanamá y en Loma Quita Espuela.
“Pero últimamente las investigaciones nos han ayudado a saber con evidencia que en Damajagua, en Puerto Plata, una parte del área protegida se adquirió única y exclusivamente porque encontramos solenodontes ahí”.
CARLOS BATISTA:
“Tenemos un millón de problemas, pero a la hora de la verdad, ya tenemos una base que nos puede garantizar el esquema de conservación que nos hemos planificado como país. Los cambios de gestión se toman tiempo.
“Una de las razones del nombre 30/30 parte del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) que plantea que una cobertura boscosa saludable para los países es una base de 30 por ciento. No estamos tan mal.
“Tomando esa perspectiva, vemos un horizonte positivo en todo esto porque en la medida en que nosotros vamos creciendo en el entendimiento, creciendo en la capacidad de investigar, creciendo en la capacidad de ir a pelear por lo nuestro, en esa misma medida vamos mejorando y esto se va impregnando en el resto de la población”.
Otro estudio de levantamiento de biodiversidad realizado recientemente de cara a un proyecto para una nueva área protegida en Loma de Blanco (provincia Monseñor Nouel), demostró que hay rastros de jutía.
“En la medida en que vamos haciendo nuestras propias investigaciones nos estamos dando cuenta de que esas zonas de vida que eran aptas para estas especies endémicas nuestras ya no están tan limitadas como en principio entendíamos. En la medida en que voy aumentando mi capacidad de investigar llegan otros proyectos. ¿Por qué no hacemos un censo nacional de este tipo de especies? Vamos a arrancar. Ah, tenemos que buscar fondos para eso, y buenos técnicos”.
¿QUÉ HAY QUE MEJORAR?
Y así como en algunas cosas “estamos bien, en otras estamos mal”, admite el funcionario.
La meta número 3 del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, llamada 30/30, invita a los gobiernos a “conseguir y hacer posible que, para 2030, al menos el 30 por ciento de las zonas terrestres, de aguas continentales y costeras y marinas, especialmente las zonas de particular importancia para la biodiversidad y las funciones y los servicios de los ecosistemas, se conserven y gestionen eficazmente…”
En República Dominicana, explica Batista, el Plan Nacional de Reforestación y Restauración de Ecosistemas tiene un alcance de 300 mil tareas y 20 millones de plántulas, aproximadamente 200 kilómetros cuadrados.
“El 30/30 arrojó que nosotros teníamos que recuperar aproximadamente 5,000 kilómetros cuadrados. O sea, que el plan nuestro apenas está considerando un 15% de lo que dice el 30/30. Es un dato que te enrostra la realidad de nuestro país. Entonces tengo que fajarme a buscar el financiamiento porque es una tarea que requiere de muchos fondos”.
Está difícil completar esta meta porque, como dijo Batista a Listín Diario -“y son errores que hemos cometido desde el mismo Estado”-, la demanda de plántulas nativas y endémicas que tiene el Plan de Reforestación y Restauración de Ecosistemas actualmente es insuficiente.
El marco Kunming-Montreal arrojó que se debe trabajar más en evitar la fragmentación del bosque y establecer cambios en el uso del suelo.
Este es un proceso largo y se trabaja en ello, expresa Batista. “Cuando se cambia el uso de suelo de un área antropizada por agricultura de ciclo corto y se establece un programa de agroforestería con café, cacao y árboles con sombra, los resultados se ven de siete a nueve años”.
El país debe mejorar en el control de especies invasoras tanto de fauna como de flora (iguana verde, caracol africano, leucaena, grevillea, yaraguá, sargazo…) y en el cumplimiento de la Ley de Medio Ambiente 64-00.
En ese sentido, Batista apunta que persiste un contexto histórico en el que algunas instituciones del Estado, “en el afán por trabajar en sus actividades, ya sea por desconocimiento o por otra causa, contravienen las leyes”.
“Tenemos que seguir mejorando en educación ambiental, en la aplicación del régimen de consecuencias, en la calidad de las cuencas y en la administración de territorio, y ahí entra la Ley de Ordenamiento Territorial”, enfatiza Batista.
COMANEJO Y SOCIEDAD CIVIL
Según Batista, el presidente Luis Abinader apoya compartir la responsabilidad ambiental del Estado con instituciones de la sociedad civil, especialmente a través del co-manejo de las áreas protegidas.
Sin embargo, el co-manejo no alcanza ni el cinco por ciento de la totalidad del sistema de áreas protegidas.
“Tener un órgano de veeduría directamente de la sociedad civil con la misma capacidad técnica que tiene el ministerio, cuidado si más, nos ayuda a que las decisiones que estamos tomando sean las decisiones aceptadas, que evidentemente tienen un resultado a largo plazo”.
Para avanzar en ese aspecto, el Estado está trabajando con las ONG y organismos internacionales a partir de las prioridades del país.
Con el PNUD, por ejemplo, se están trabajando proyectos (Capital Natural) de agroforestería enfocados en zonas de amortiguamiento de áreas protegidas.
“Eso me reduce la presión en el área protegida y la agroforestería ayuda a la parte de la conservación de la biodiversidad; también se reduce la antropización en el área protegida”.
Las comunidades escogidas fueron Paraguas, en Tireo; Guayabal, al oeste del Parque Nacional Valle Nuevo; y la Ciénaga de Manabao, en Jarabacoa (para ir sustituyendo la siembra de yautía en la cuenca alta del río Yaque del Norte).
SOBRE LAS ONG
Batista dice que las ONG apoyadas por el Ministerio de Medio Ambiente deben trabajar en pro de un área protegida o en pro de mecanismos que vayan en beneficio de un área protegida a través de las llamadas OMEC: Otras Medidas Efectivas de Conservación Basadas en Áreas.
“Partiendo de los estudios que tenemos, todas las mediciones indican que estamos en un 37% de cobertura boscosa, pero dentro del sistema nacional de áreas protegidas nada más tenemos el 26% del territorio; esto indica que tienes una parte de cobertura que no es equivalente al porcentaje de protección, con zonas importantes, de un 15 % de la cobertura boscosa fuera del área protegida”.
Señala que el Ministerio tiene que buscar los mecanismos, en compañía de la sociedad civil, de administrar adecuadamente esas zonas que están fuera. Y ahí entran las OMEC.
“Hay muchas iniciativas fuera de áreas protegidas, como Sierra de Agua y El Zorzal, que también procuran la conservación de nuestros bosques. La cobertura boscosa se refleja en una mayor conservación de la biodiversidad. Si protejo el bosque, las especies que viven ahí tienen garantía de vida y de la misma manera mantengo el ciclo del agua para regular mis períodos de lluvia y sequía; y puedo atrapar más gases de efecto invernadero”.