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Empatía: cómo pequeños gestos cambian el mundo
Ponernos en el lugar del otro es una virtud que necesitamos seguir cultivando, pero a menudo se pasa por alto. Los cuidadores, quienes dedican su tiempo y energía a atender a otros, son un claro ejemplo de personas que frecuentemente son relegados y excluidos. Estos individuos, que pueden ser padres, profesores o profesionales de la salud, a menudo son vistos como figuras infalibles, como si no tuvieran también carencias y necesidades
En muchos casos, hijos desconsideran los esfuerzos de sus padres llegando a agredirlos verbal o físicamente. De igual manera, los alumnos pueden ser insolentes con sus maestros, olvidando que estos también merecen respeto y comprensión.
En situaciones cotidianas, como al aparcar un automóvil, la falta de empatía se manifiesta cuando las personas ocupan más espacio del necesario, sin pensar en la escasez de parqueos y que otros conductores también necesitan estacionarse.
Las parejas, por su parte, a menudo se centran en sus propias necesidades y deseos, dejando de lado los sentimientos y necesidades de su compañero.
Para fomentar una sociedad más empática debemos educar y educarnos practicándola en nuestra cotidianidad. La empatía favorece el mejoramiento de nuestras relaciones personales, y una comunidad más comprensiva y solidaria, es una necesidad para un mundo más humano y justo.