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IV Domingo de Cuaresma o Laetare

Maruchi R. de Elmúdesi

Maruchi R. de ElmúdesiArchivo LD

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María TEresa de elmúdesiSanto Domingo

El “IV Domingo de Cuaresma o Laetare” es llamado “Domingo de la Alegría”.

Y ¿por qué en medio de la Cuaresma tenemos este Laetare?

Laetare quiere decir "Alegraos".

Se inicia así, pues debe entenderse como un descanso durante la Cuaresma, que representa el retiro por el cual paso' el mismo Jesucristo durante los cuarenta días en el desierto.

El color litúrgico usado (en las vestiduras de los sacerdotes) correspondiente a este domingo, es el rosado, al igual que el del Gaudete en Adviento, no obstante esta permitido también usar el color morado, propio del tiempo de Cuaresma.

La primera lectura recuerda el dolor del pueblo elegido, en su exilio en Babilonia, y como fue liberado de la esclavitud para volver a Jerusalén gracias al rey Ciro. Este rey extranjero al pueblo judío, ejecuta la voluntad divina, lo que hace entrever la universalidad del Plan de Salvacion. (2 Cro 36, 14- 23).

Los acentos poéticos y dramáticos del Salmo expresan el sufrimiento del exilio, “junto a los ríos de Babilonia, allá nos sentábamos y llorábamos acordándonos de Sion" (Salmo 137 (136).

La nostalgia de Sion, nombre primitivo del Acrópolis de Jerusalén, es anhelo de Dios. Se refiere a la Iglesia, abierta a todas las naciones, y Sion prefigura la nueva Ciudad de Dios, por misericordia divina viviremos en el cielo por Cristo Jesús, como dice la segunda lectura (ef 2, 4-10).

Del cielo ha bajado el hijo del hombre: el Evangelio de hoy recoge esta afirmación de Jesús, al contar el final de la visita que le hizo Nicodemo. Cristo compara la cruz con el mástil sobre el cual Moisés elevó la serpiente de bronce en el desierto como signo de Salvación (Nm.21, 4-9) interpretado como señal de misericordia, Jesucristo será elevado en la cruz desvela a Nicodemo el centro del misterio de la Redención. "Tanto amo Dios al mundo que le entrego a Su Hijo unigenito (Jn 3, 16).

El Señor proclama el carácter salvífico de la Encarnación: el que cree en Él está salvado, entrará en el cielo, en la vida eterna, “mediante la fe” (Ef 2,8). Rechazar la fe en Cristo es rechazar la Salvación". Amen, amén.

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