SENDEROS
¡Descúbrelo! ¡Dios vive en ti!
Los sentidos se caracterizan en presentarnos una panorámica de efectos en la vida que se describen como realidad; y para lograr esto, promueven a que el hombre lo acepte como tal a través del gozo, placer y el atractivo de cosas materiales.
Al estar el hombre corriente sumido en ignorancia por culpa de esto, no puede discriminar que todo aquello que le es perceptible a los sentidos, es susceptible también a cambiar de estado, y por tanto impermanentes.
Es en este caso que nos descuidamos y se nos hace inoportuno buscar la verdad, que como naturaleza y esencia divina subyace en la intimidad de nuestro ser.
Bueno sería, entonces, asistirnos de la guía de un maestro y sus enseñanzas, espirituales por demás, que permitan con disciplinas auténticas, autobservación y oración, descubrir a Dios en nosotros, y participar de su excelsa presencia manifiesta en amor.
Cristo, inmanente y revelador, se expande como el Consolador, el Espíritu Santo, que nos llena a capacidad con sabiduría y se desborda con su plenitud y amor.
Se conoce que muchos de nuestros ancestros espirituales insistían con sus enseñanzas y prédica de vida en que nos conociéramos a nosotros mismos, transitando el sendero interno e iniciático del alma, y descubriríamos que no somos el cuerpo, no somos la mente equivocada; que sí, somos Espíritu, como emanación del Espíritu Uno -Conciencia Universal Madre- en la cual nos movemos, y tenemos por eternidad existencia.