fábulas en alta voz

Subiendo con disciplina

Que los niños vayan subiendo con disciplina y respeto hacia los demás, es ganancia para ellos y para la sociedad. Una buena crianza siempre será la base para mantener en vigencia esos valores, además del compromiso, la responsabilidad, la humildad, entre otros.

 Hoy día, da trabajo lograr los mejores resultados cuando como padres ejercemos esta titánica labor. Pero créanme, no es imposible. Poner de nuestra parte para, que desde pequeñitos vayan creciendo con normas, sin duda, dará excelentes resultados.

Moderación de la tecnología

Con muchos frentes abiertos hay que literalmente “abrirse el pecho” para poder entender a los chicos y las chicas de hoy y bajar a su mundo, claro, si ellos dejan que los padres penetren a ese espacio que, sin duda, puede ayudar bastante para generar confianza entre ambas partes. Por esto es que siempre insisto en lo importante de desarrollar los valores desde la primera infancia, pues para luego, es tarde.

Reviviendo otros años

Con este tema a cuestas me fui a una ciudad fabulosa donde viví cuando era niña: a La Sabina, donde junto a mis hermanos recibí una crianza en la que la boca tenía poco trabajo. Los ojos eran los que “hablaban”.

 Era suficiente con que la madre o el padre diera una mirada de advertencia para que se le prestara la debida atención. Ellos podían ver desde lejos lo que sus hijos inventaban, y a veces, sin mediar palabras, hacían la corrección. 

Ya uno sabía qué significaba la mirada. Podía tratarse de: “No lo hagas”, “deja eso ahí”, “no te atrevas”, “siéntate”, “cállate”..., en fin, los ojos sabían hacia dónde moverse para hacer la advertencia y él o ella sabía su significado.

El efecto de las pelas

Independientemente de que estemos o no de acuerdo con este método, las pelas también formaron parte de las estrategias que tenían los padres para criar a sus hijos. Que son inadecuadas, bueeeno, vaya usted a ver. 

El caso es que los valores estaban en primer orden y, en mi ciudad fabulosa, se trabajaba para ellos hasta con una miradita. La desobediencia brillaba por su ausencia. Eran escasos los casos en los que no se respetaba lo que decían los padres. Eran como ‘palabra de rey’.

La realidad

En estos tiempos lo que abunda es, precisamente, hacer caso omiso a lo que dicen los padres, y mucho más en esta generación de ‘cristal’, en la que ellos pueden ofender sin contemplación a sus progenitores, pero ¡ay de estos si les dice algo de lo que ellos creen descompuesto! Cualquier cosa los ofende, los lleva al llanto o a una reacción, como se dice en buen dominicano: se “tragan” a cualquiera. Es para evitar esto que se hace necesario ayudarlos a subir con disciplina y respeto hacia ellos y hacia los demás.

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