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Fábulas en alta voz

Ahora no creemos en Dios, nos creemos ser Dios

Esta es mi primera columna de este año. Que lleguen mis buenas vibras y mejores deseos adonde deben llegar y a quienes deben llegar en ocasión de un 2025 de retos y desafíos, el que entiendo, es importante enfrentar con humildad y con la fuerza que sólo da el Todopoderoso. Después de mucho reflexionar durante los últimos meses del pasado 2024 y haber concluido que no estamos buscando a Dios, sino que nos estamos creyendo que somos Dios, hoy sólo tengo un deseo para la humanidad, y es que trate de hacer que el Altísimo sea el centro de su vida porque así como Él es el dueño absoluto de todo, lo es de cada uno de nosotros y sabe hasta dónde nos deja creernos la “película”.  

Dejarnos llevar su amor

Creo que el mejor regalo que podemos darnos en este año que recién inicia, es precisamente recapacitar sobre el comportamiento erróneo que estamos teniendo creyéndonos que somos “todopoderoso”, cuando sólo él los es. De hecho, para referirnos a él con este nombre, lo hacemos con mayúscula: Todopoderoso. Claro, su supremacía no se limita a un estilo de escritura, pero quise que se vea que la diferencia entre Él y nosotros se nota en todo. No podemos creer que estamos ni cerca de Su grandeza. Es momento de que nos “bajemos de esa nube”, de que pongamos los pies sobre la tierra y dejemos esos aires de superioridad que sólo nos conducen a tener tropiezos y a ganarnos la mala voluntad de quienes sí saben establecer bien la diferencia entre lo que es Dios y lo que es creerse Dios.

Una vueltita por la ciudad fabulosa

Observando que en la realidad hay muchas personas “irreal”, quise dar un viajecito a la ciudad fabulosa donde los seres humanos son eso: seres humanos, no dioses que creen que todo lo pueden y se lo merecen. Aquí esos egos y esas ínfulas de grandezas no tienen espacio. El lugar de supremacía está reservado siempre para el Altísimo, quien todo lo puede y posee el poder de darnos y quitarnos; de hacernos merecedores de su misericordia; de bendecirnos con su gracia infinita, de amarnos con su ferviente amor, y sobre todo, de protegernos y conducirnos por el camino correcto de la vida. En este lugar se puede sentir la plenitud que sólo el Señor puede ofrecer. No importa que tengas mucho o poco, si lo tienes a Él, lo tienes todo. La vanidad, esa que lleva a algunos a engrandecerse, no existe en esta ciudad. Están más que claros que, lo más importante es tener un comportamiento adecuado y siguiendo el ejemplo de Jesús para cuando se vayan de este mundo, tener segura una morada cerca del que todo lo ve, lo escucha y lo sabe.

En la realidad

Maravillada con la forma en que se vive en aquella ciudad fabulosa, volví a mi realidad, donde, aunque sabiendo lo distintas que son las cosas, quise regresar para rogarle al Señor que, en este nuevo año, les dé a las personas, sobre todo, a las que se creen Él, la sabiduría necesaria para que establezcan la clara diferencia que hay entre lo hermoso que es creer en Dios y lo deplorable que es creerse Dios. Feliz y bendecido 2025.

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